Editor’s note: This article is also published in English on Glasstire. Find that here.
Nota de la editora: este artículo fue publicado originalmente en inglés en Glasstire el 22 de febrero del 2025.
Traducción de Yolanda Fauvet y Paulina H. Marroquín.
Las palabras que usamos importan. El lenguaje es subjetivo. Incluso cuando hemos elegido nuestras palabras con intención, nunca podemos estar seguros de cómo serán percibidas por los demás. Una sola palabra puede tener una multitud de significados para distintas personas. Una palabra que detona orgullo en unas puede provocar animadversión en otras. Nuestras experiencias únicas dan forma a nuestras perspectivas, hasta el punto de que a menudo resulta difícil llegar a un verdadero consenso. A lo largo de la historia, e incluso hoy en día en las comunidades artísticas de personas en Estados Unidos que se identifican como latino/a, latine o latinx, los términos utilizados para describir el arte han provocado roces.
Contexto: San Antonio, 1996
El año pasado, durante un viaje a San Antonio, me contaron una historia sobre la querida e inspiradora educadora, curadora e historiadora del arte, Frances Colpitt. Antes de mudarse a Fort Worth, donde durante dos décadas fue titular de la Cátedra Deedie Potter Rose de Historia del Arte en la Universidad Cristiana de Texas (TCU, por sus siglas en inglés), fue profesora y jefa de departamento de la Universidad de Texas en San Antonio (UTSA, por sus siglas en inglés). Durante el tiempo que estuvo en la UTSA, organizó muchas exposiciones, una de las cuales, en 1996, desató algo de controversia, en parte debido al lenguaje que usó para hablar de ella. Me contaron que Colpitt intentó utilizar la frase “poschicano”, lo que molestó a artistas locales, quienes no estuvieron de acuerdo con el término (aunque la mayoría de los artistas que estaban en la exposición no se inmutaron, se dice que uno de ellos decidió no participar en la exposición). Para los disidentes, el movimiento de arte chicano todavía era muy activo, y agregarle el sufijo “pos-” insinuaba que había quedado en el pasado y que otra cosa lo había sustituido.
Colpitt no estableció la frase “arte poschicano”. El académico independiente Max Benavidez acuñó el término en 1990 para el catálogo de la exposición Post-Chicano Generation in Art: “Breaking Boundaries” [La generación poschicana en el arte: “rompiendo límites”]. Entre los artistas incluidos en la exposición estaban los tejanos Benito Huerta y Kathy Vargas. Benavidez señaló que una cosa que los diferenciaba era que los artistas “poschicanos” estaban más interesados en retratar sus experiencias individuales que en tratar de encapsular y hablar de las experiencias chicanas colectivas.
Aunque no sabemos a ciencia cierta si Colpitt utilizó esa frase y cuál podría haber sido su intención, quizá podemos asumir que no estaba sugiriendo que el movimiento de arte chicano hubiese terminado, sino quizá estaba utilizando “pos-” de la manera en la que el mundo del arte tiende a hacerlo, sugiriendo una conexión entre los artistas contemporáneos y un movimiento enraizado en un pasado reciente que sin duda los inspiraba. Sin importar sus intenciones, decenas de artistas latinos escribieron una carta a la universidad exigiendo una mejor representación en su profesorado y señalaron que la exposición era un tropiezo de alguien que “no tenía conocimiento de la comunidad y/o de la cultura en la que [la] obra está basada”. Antes de la inauguración de la muestra, Colpitt ajustó el nombre Synthesis and Subversion: A Latino Direction in San Antonio Art [Síntesis y subversión: Una dirección latina en el arte de San Antonio].
Ahora, casi 30 años después, diversos espacios en todo San Antonio están rindiendo homenaje a Colpitt, quien murió en el 2022, a través de una serie de exposiciones convergentes. Ruby City revisita la visión curatorial de Colpitt para esa muestra de 1996, que era mostrar a artistas con “una sensibilidad particular formada por la autobiografía, la abstracción y lo cotidiano” en Synthesis & Subversion Redux (Síntesis y subversión, revisitada). La nueva exposición presenta una lista de artistas locales contemporáneos. La UTSA ha organizado un catálogo para celebrar las exposiciones concurrentes y el legado de Fran Colpitt. En un ensayo dentro del catálogo, las curadoras de Synthesis & Subversion Redux Elyse Gonzales (directora de Ruby City) y Mia Lopez (curadora de arte latinx del McNay Art Museum) abordan la controversia de una manera más directa, profundizando en la historia de la exposición original y cómo dividió a generaciones de artistas locales. (Su ensayo indica que Colpitt estaba intentando utilizar la palabra “chicano” en la muestra y no “poschicano”. Conforme pasa el tiempo y los hechos y los recuerdos se hacen borrosos, puede resultar difícil distinguir la verdad de la época de las ediciones a la historia).
La historia de la exposición de 1996 ha estado en mi mente desde que la escuché. Le he dado vueltas a los términos “arte poschicano” y “arte chicano”, y a las preocupaciones de los artistas que, en cierta manera, plantean la pregunta “¿quién está mejor preparado para contar estas historias?”.
En el número de otoño de 1997 de Voices of Art, John Ewing conversó con el artista de San Antonio Chuck Ramirez, uno de los artistas en la exposición original, sobre la polémica de la UTSA. Ramirez reconoció la tensión entre los artistas que trabajan con un “vocabulario [de arte] chicano tradicional” y los artistas que se percibieron como “asimilados a la cultura blanca”. Pero después aceptó que en el fondo de su carta hay preocupaciones válidas. Se cita a Ramirez diciendo: “A la UTSA le hace falta promover el arte latino en términos de la planta docente de arte. Ese ha sido un mundo de hombres blancos de mediana edad. Quizá se sienten menospreciados por el hecho de que una curadora anglosajona haya producido [la exposición], alguien que nunca antes había curado una muestra de arte latino. El panorama más amplio es este: he aquí una universidad en una ciudad cuya población es 60 % latina, y todavía estamos teniendo desacuerdos en estos asuntos, intentando tener un lugar en este mundo”.

Vista de la instalación de “César A. Martínez: En mi casa” en el Laredo Center for the Arts. Foto: Liz Kim
César Martínez habló un poco de los eventos en una entrevista de historia oral de 1997 con el Smithsonian Latino Center. Aunque no utilizó específicamente el término “poschicano”, se refirió al deseo de Colpitt de organizar una exposición del “nuevo arte latino”. Rolando Briseño también tocó el tema en una entrevista de historia oral del 2004 con el Smithsonian. Al igual que Ramirez, señaló la falta de representación dentro de la planta docente de arte de la UTSA, incluso ocho años después de la controversial exposición.
Definiendo términos
Desde que supe de la exposición original de Synthesis & Subversion, he pensado mucho sobre los términos “arte chicano”, “arte poschicano” y “arte latinx”: cómo son usados, quiénes los usan y qué significan para distintas personas. Como una mexicanaestadounidense de tercera generación que creció en una familia muy asimilada en el Norte de Texas, no soy una experta en estos conceptos. Tengo mis propias ideas sobre qué significan, basadas en mi conocimiento y mis experiencias en el mundo del arte, pero tuve más curiosidad de escuchar qué significan estas etiquetas para otras personas en todo el estado.
El mes pasado, armé una pequeña encuesta y la envié a artistas latinos de todo Texas. Los invité a compartir la encuesta con otros y al final terminé con 24 respuestas. Dos docenas de respuestas no es una muestra amplia, pero me sentí satisfecha con el rango de edades que participaron: el 12.5 % en sus veintes, el 41.7 % en sus treintas, el 29.2 % en sus cuarentas, el 12.5 % en sus cincuentas y el 4.2 % en sus ochentas. La mayoría de las personas que respondieron tiene varios papeles dentro del mundo del arte: el 70.8 % son artistas, el 37.5 % son curadores, el 37.5 % son administradores de arte, el 12 % son educadores, el 8.3 % escriben sobre arte y el 4.2 % trabajan en artes escénicas.
En las preguntas, le pedí a los encuestados que indicaran su raza y su etnicidad. Todos excepto uno se identificó como de raza o etnicidad “hispana o latina”, y algunos marcaron varias casillas, indicando que su identidad era “blanca” y/o “negra o afroamericana”. El único participante que no eligió “hispana o latina” se identificó como “mexicanoestadounidense” (Mexican American en inglés), lo que hacía referencia a la pregunta de seguimiento en la encuesta: mientras que la primera pregunta era sobre raza y etnicidad e incluía casillas y una categoría de “otra”, la segunda daba la oportunidad a quienes hubiesen respondido “hispana o latina” para compartir el término específico con el que se identificaban. Nueve de los encuestados utilizaron el término “mexicanoestadounidense”, cinco “mexicana” o señalaron que habían nacido en México y migrado a Estados Unidos, dos “tejana” y dos utilizaron “latina”. Además, algunos utilizaron términos como “chicana”, “latina negra” y “xicana mestiza de ascendencia indígena”. Otros fueron más específicos, como el encuestado que señaló ser “estadounidense de tercera generación, nacido de ascendencia mexicana, española, italiana y francesa”. Comparto todo esto para ilustrar la complejidad de la raza, la etnicidad y las identificaciones culturales utilizadas por sólo una pequeña muestra de personas en el mundo del arte.

Judithe Hernández, “Santa Desconocida”, 2016, pastel sobre papel, 76.2 x 223.5 cm. Cortesía de The Cheech Center Collection del Riverside Art Museum
Arte chicano
Muchas de las personas que participaron en la encuesta hablaban del arte chicano como las obras creadas por artistas mexicanoestadounidenses que están relacionadas con el movimiento histórico y político de los chicanos en Estados Unidos o inspiradas en él. Algunos lo consideraron un término estrictamente histórico que se refiere al arte creado entre las décadas de 1940 y 1960, mientras que otros hablaron sobre la continuación del movimiento artístico en manos de artistas contemporáneos. Jenelle Esparza, artista nacida en Corpus Christi y radicada en San Antonio que es directora de educación del McNay, señaló: “Aunque no todos los artistxs latinxs se identifican como chicanos/as/xs, es un movimiento muy importante y parte de la historia y trayectoria más amplia, y es importante reconocer que el arte chicano no es una cosa del pasado, sino algo muy presente y que continúa”.
Un participante anónimo dijo: “El mundo ha sido ensuciado con propaganda sexista, ignorante y racista”. No queda claro si se refería al término “chicano”, que era un término racista y clasista en sus orígenes, o si estaba hablando específicamente sobre el “arte chicano”.
Cande Aguilar, artista de Brownsville, describió el arte chicano como “una expresión vibrante y dinámica de identidad cultural enraizada en las experiencias de vida de la comunidad mexicanoestadounidense”. Continuó: “El arte chicano es un diálogo creativo que mezcla historias personales con memoria cultural colectiva, elevando la estética del día a día en el barrio a un lenguaje visual dinámico”.

Benito Huerta, “Oh Shit! There’s a Smudge on the Painting” [Mierda, hay un borrón en la pintura], 2023, óleo sobre lienzo, 213.4 x 213.4 cm
Un puñado de los encuestados no conocía el término “arte poschicano”, y a decir verdad, de los términos incluidos aquí es el que yo conozco menos. Quienes sabían de él dijeron que se refería al arte realizado por artistas chicanos que continúa las tradiciones del movimiento de arte chicano y que al mismo tiempo cambia y evoluciona. Aunque la mayoría compartía cierto entendimiento general, los matices de cómo se ve el arte chicano y qué temas explora variaban en las respuestas de los encuestados.
Aguilar explicó: “Aunque el arte chicano tradicional está ligado de cerca con el movimiento de derechos civiles de las décadas de 1960 y 1970, y enfatizaba el activismo, el orgullo cultural y la resistencia política, el arte poschicano a menudo se mueve más allá de esos marcos originales y refleja una perspectiva hibridada más amplia y global”.
Verónica Ibargüengoitia, artista nacida en Ciudad de México y radicada en Dallas, comentó: “A los artistas poschicanos les interesa cuestionar la identidad, examinar los roles sociales y explorar temas de género y cómo se conforman esos roles dentro de una sociedad cada vez más diversa y globalizada”.
Renato Olmedo-González, administrador de arte radicado en Salt Lake City, señaló: “Con una formación en Historia del Arte, asocio este término [arte poschicano] con aproximaciones conceptuales y experimentales a la creación artística que tienen la influencia de artistas como ASCO. También lo asocio muy estrechamente con las ideas/obras/artistas presentados en la exposición Phantom Sightings [Avistamientos fantasmas] del LACMA. A diferencia de ‘arte chicano’, todavía no he trabajado con ningún artista que etiquete su propia obra como ‘arte poschicano’”.
Rigoberto Luna, curador independiente radicado en San Antonio, respondió: “El arte poschicano va más allá de las agendas políticas y sociales defendidas por el arte chicano que lo precedió. En lugar de oponerse a esas raíces, busca ampliar las conversaciones y las preocupaciones de una generación cada vez más involucrada con la compleja dualidad de la experiencia mexicanoestadounidense al mismo tiempo que abraza sus identidades multiculturales. Va más allá de las motivaciones puramente políticas e introduce una gama más amplia de temas y conceptos que dejan ver una consciencia de y una implicación con la cultura pop estadounidense y los movimientos artísticos que tienen influencia de estilos occidentales y europeos. Esta generación no sólo está explorando su herencia cultural, sino que también dialoga con movimientos artísticos más amplios y crea obras de arte más diversas y expansivas”.

Vista de la instalación de “Soy de Tejas”, cortesía del Departamento de Arte y Cultura de la Ciudad de San Antonio
Arte latinx
El término “arte latinx” es el que más consenso suscitó entre los encuestados. En general, las personas señalaron que es un término amplio que intenta agrupar a los artistas de la diáspora latinoamericana. Algunos señalaron que el término “latinx” proviene de la academia como una alternativa de género neutro a “latina” o “latino”. El artista radicado en Fort Worth Christopher Nájera explicó: “Para mí, originalmente, [arte latinx] significaba arte queer que es realizado por y para la comunidad latinx, pero ahora lo abarca todo”.
Karla García, artista nacida en Ciudad Juárez y radicada en Dallas, señaló: “No me gusta utilizar el término latinx porque, en México, utilizamos el término arte latine para discutir problemas y temas LGBTQ en las obras de arte. La ‘x’ se utiliza sobre todo como un puente o un término que crea un enlace con la herencia indígena. En Estados Unidos es confuso utilizar latinx para referirse a la identidad de género como de género neutro o no binario”.
Algunos encuestados compartieron sentimientos complejos sobre este término, afirmando que puede ser útil tener un término unificador para hablar ampliamente sobre el arte formado por historias y culturas compartidas y similares, pero la agrupación puede, a veces, parecer endeble. Un participante anónimo en la encuesta afirmó: “El arte latinx encarna diversos estilos, géneros, narrativas y comentarios sociopolíticos. Es una expresión en evolución del viaje transformador de una comunidad marginada… Aunque creo que es rechazado por una población mayor de edad de latinos y latinas, latinx da cabida a un entorno fluido”.
Ibargüengoitia escribió: “Mientras que los movimientos artísticos chicano y poschicano estaban arraigados en una identidad y un origen binarios mexicanoestadounidenses, el arte latinx representa un movimiento más multicultural (venezolano, cubano, salvadoreño, guatemalteco, entre otros). Los temas explorados en el arte latinx son diversos y a menudo están relacionados con experiencias migratorias y abordan cuestiones como el hogar, las historias coloniales, la cultura y las fronteras… Lo que más resalta para mí es que muchos artistas latinxs se enfrentan con el concepto de desplazamiento, ya sea literalmente, en términos de espacio geográfico, o metafóricamente, a medida que navegan por el desplazamiento de los roles sociales y buscan espacios en los que puedan existir plenamente y estar representados”.
Luna comentó: “Aunque no estoy seguro de que [el término ‘arte latinx’] resista el paso del tiempo, lo que aprecio de él es que intenta abarcarlo todo. Este esfuerzo promueve, amplía e impulsa la conversación sobre el arte y los artistas de América Latina y el Caribe y las personas de ascendencia latinoamericana que viven en Estados Unidos coexistiendo y transformando la representación de estas comunidades en el mundo del arte global”.

Vista de la instalación de “Rasquachismo” en el McNay Art Museum. Foto: Jacklyn Velez, cortesía del McNay Art Museum
Rasquachismo
En su ensayo de 1989, “Rasquachismo: A Chicano Sensibility” [Rasquachismo: Una sensibilidad chicana], Tomás Ybarra-Frausto, académico de las artes y la cultura latinoamericanas y latinas en Estados Unidos que creció en San Antonio, acuñó y definió el término “rasquachismo”. Escribió: “El rasquachismo no es ni una idea ni un estilo, sino más bien una actitud o un gusto… [es] una perspectiva desamparada… Una actitud arraigada en el ingenio y la adaptabilidad, pero consciente de la postura y el estilo”. Actualmente, Rasquachismo: 35 Years of a Chicano Sensibility [Rasquachismo: 35 años de una sensibilidad chicana], exposición curada por Mia Lopez, está abierta al público en el McNay. La muestra presenta la obra de 27 artistas, de varias generaciones, que exploran diversos aspectos de la estética rasquache.
Aunque Lopez ha contribuido en las exposiciones desde que comenzó a trabajar en el McNay en el 2023, Rasquachismo es la primera muestra que ha organizado por completo para la institución. Al haber crecido en San Antonio, me dijo que la exposición era especial para ella: “Cuando me dieron la oportunidad de crear una exposición en este espacio de tiempo, supe que quería reflexionar sobre nuestra colección en el contexto en el que trabajo [como curadora de arte latinx]. Y con el aniversario del ensayo de Tomás, su larga relación con el McNay y su impacto en el campo más amplio del arte y la cultura latinxs, era el momento perfecto. El arte latinx está viviendo un momento tan interesante a nivel nacional que me pareció una gran oportunidad para intentar establecer algunos parámetros, en términos visuales, de lo que significa el rasquachismo. Rápidamente me di cuenta de que era inútil, así que es una especie de primer intento de tomar esta idea y hacerla más visual. Algo que me resulta interesante es que el ensayo original en realidad no tiene ilustraciones”.
A pesar de la popularidad del término, o tal vez debido a que su uso se ha extendido, hay artistas que siguen batallando con él. Celia Álvarez Muñoz, artista nacida en El Paso y radicada en Arlington cuya obra forma parte de la exposición Rasquachismo, explicó algunos de estos sentimientos complicados:
“El término deriva de la palabra ‘rascuache’, que significa inferior, o de segunda clase. Rasquachismo es una palabra inventada, por algunos académicos culturales, que se aplica a un movimiento artístico, un ‘ismo’, para describir una sensibilidad afín al movimiento conceptual de lo prefabricado. Este movimiento fue popularizado por el artista conceptual francés Marcel Duchamp y se manifestaba en la recontextualización de objetos, como por ejemplo etiquetar un urinario como si fuera una fuente, que en cierto sentido lo es. Con ello se creaba arte utilizando objetos existentes para formar otros nuevos. Pero, al utilizar el término despectivo ‘rascuache’, [el rasquachismo] define las obras como más afines al arte folclórico o marginal”.
Esparza adopta una perspectiva diferente. Explicó: “Rasquache siempre ha sido un término despectivo para hacer menos a cualquier cosa fea, de mal gusto o mal hecha, o reparada toscamente. Pero el rasquachismo acoge lo rasquache como una estética de lo prefabricado y del ingenio ocurrente que nació de la pobreza y la falta de recursos. Era la técnica hábil con la que nuestros padres utilizaban un viejo recipiente de mantequilla para guardar comida, o con la que usas cualquier color de pintura que puedes conseguir para tu casa y así no tienes que comprar un galón nuevo y caro. Es hacer lo mejor que puedes con lo que tienes, incluso si lo que tienes es pintura verde azulada y un poco de alambre de gallinero. Es cuando todo tiene el potencial de convertirse en algo totalmente distinto”.
Aguilar se hizo eco de las declaraciones de Esparza: “El rasquachismo desafía las nociones convencionales de ‘arte elevado’ exaltando la estética de los marginados y celebrando la creatividad que nace de la necesidad. Sirve tanto de afirmación cultural como de declaración política, resaltando la belleza y el ingenio de comunidades que a menudo se pasan por alto o son infravaloradas… El concepto se extiende más allá del arte visual para abarcar la moda, la música, la arquitectura y las prácticas cotidianas de autoexpresión, como el decorar casas o coches de maneras que reflejan la identidad personal y el orgullo cultural”.
Continuó hablando de cómo su trabajo se relaciona con el término: “Mi estética barrioPOP está en consonancia con los principios del rasquachismo. El uso de composiciones en capas, objetos encontrados e imágenes atrevidas y coloridas transforma artefactos culturales cotidianos en dinámicas obras de arte. Al celebrar las texturas, los símbolos y las historias del barrio, encarno el espíritu del rasquachismo de crear riqueza y vitalidad a partir de los materiales y las experiencias de la vida diaria”.
La respuesta de Luna apunta a algunos de los pensamientos de Muñoz y afirma que la estética está presente en diversas culturas, pero también habla de experiencias en su educación que coinciden con el concepto de rasquachismo. Explicó: “Hay muchos términos para esta metodología en muchas culturas. Creo que tiene sus raíces en la necesidad y se resuelve mediante el ingenio. Personalmente, me identifico con esta perspectiva porque crecí viendo cómo mi padre y su padre creaban plantillas y soluciones provisionales para simplificar proyectos en casa, en el rancho, en la cochera y en el lugar donde trabajaban. Su forma sagaz de abordar las cosas no sólo ahorraba tiempo y dinero, sino que era una clase magistral de resolución creativa de problemas… En el fondo, el rasquachismo encarna la idea de hacer algo de la nada, de descubrir la belleza inherente en lo que otros podrían pasar por alto, lo que requiere creatividad, ingenio, una comprensión de los materiales, y se resuelve a través de la reflexión”.
Reflexiones finales
Como escritora y educadora, pienso mucho en el lenguaje. A menudo sopeso cómo pueden ser recibidas determinadas palabras o frases, hoy y en el futuro. Haber reunido aportaciones de artistas y profesionales latinxs de las artes de todo Texas y otros lugares confirma muchas de mis propias interpretaciones de los términos “arte chicano”, “arte poschicano”, “arte latinx” y “rasquachismo”. El arte chicano engloba obras realizadas por artistas mexicanoestadounidenses y está inspirado en el movimiento social y político chicano y, aunque comenzó a mediados del siglo XX, los artistas chicanos contemporáneos siguen creando estas obras. El arte poschicano surge del movimiento de arte chicano y explora la individualidad a la vez que considera la complejidad de la doble identidad de ser mexicano y estadounidense; es un término menos común y no suele ser utilizado por los propios artistas. Arte latinx es un término más general que pretende unificar a los artistas de la diáspora latinoamericana e ilustra las coincidencias y diferencias culturales. Rasquachismo es un término específico que se utiliza en el ámbito del arte chicano para describir obras que se basan en formas de ser que nacieron de la necesidad pero que se han convertido en puntos de contacto culturales como el ingenio, y aunque el término se utiliza especialmente para hablar del arte chicano, otras culturas tienen términos similares como la gambiarra de Brasil y la jugaad de la India.
Sin embargo, esta encuesta a pequeña escala, más que aportar validación, señala algunas de las complejidades inherentes al acto de categorizar. El estudio de un tema requiere a menudo una codificación. Agrupar el arte por similitudes — en estilo, medio o técnica, ubicación y cultura — nos ayuda a comprender la conectividad, los temas más amplios y los puntos de partida. Aunque corremos el riesgo de simplificar en exceso y pasar por alto los matices.
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Synthesis & Subversion Redux estará en exhibición en Ruby City hasta el 28 de septiembre del 2025 y Rasquachismo: 35 Years of a Chicano Sensibility en el McNay Art Museum hasta el 30 de marzo del 2025.