¿Por qué no hay artistas de Texas en la Bienal del Whitney este año?

by Brandon Zech April 24, 2024

Editor’s note: This article is also published in English on Glasstire. Find that here.

Nota del editor: Este artículo se publicó originalmente en inglés en Glasstire el 26 de marzo del 2024.

Traducción de Yolanda Fauvet y Paulina H. Marroquín.

En una galería de paredes blancas con algunos visitantes flota inclinado un rectángulo negro y transparente. En una pared al fondo se puede leer “Bienal del Whitney” en inglés.

Charisse Pearlina Weston, “un- (elipse[s] anterior[es] como contenedor destrozado; o donde los bordes se juntan para acuñar y [des]amarrar)”, vista de la instalación en la Bienal del Whitney 2024. Fotografía de Ben Davis/Artnet News

Las bienales son inherentemente imperfectas. Sin importar cuán amplias o ambiciosas sean, siempre habrá una omisión de artistas, de ideas o una combinación de ambas. La causa proviene de una miríada de fuentes: sesgos personales, una deferencia hacia lo que está “de moda” ahora mismo en el mercado y políticas institucionales que dictan el volumen que las voces de los artistas pueden tener. Sin embargo, incluso con sus defectos y sus evasivos temas sin temas (que hoy en día parecen estar aún más ofuscados por una cortina de humo de jerga artística), las bienales sirven como importantes creadoras de tendencias tanto para los que están dentro del mundo del arte como para los que están fuera de él. Así que, con esto en mente, preguntaré: ¿Qué significa que Texas no tenga representación en la Bienal del Whitney de este año?

Dado que uno de los museos más importantes de arte estadounidense en el mundo la organiza, la muestra es ampliamente considerada como un barómetro del arte contemporáneo. Un artículo de ARTnews escrito antes de la bienal de este año por Alex Greenberger, editor en jefe de la publicación, compara la muestra con la Bienal de Venecia y Documenta, pero dice que esta exposición “tiene un enfoque declarado, en el sentido de que cada edición pretende brindar un panorama amplio de la escena del arte estadounidense durante ese momento específico”.

Este año la Bienal llega a su 81ª edición. En un comunicado de prensa del Museo Whitney, Chrissie Iles y Meg Onli, las curadoras de la muestra, hablaron sobre su planteamiento para organizarla: “Los artistas siguen confrontando la historia y la identidad; hemos realizado una exposición que se despliega como una serie de relaciones, explorando los retos de unirse en un momento fracturado”. Otro comunicado de prensa señala que la muestra “se centra en las nociones de ‘lo real’”. También menciona los temas de la IA, la transfobia, los ataques hacia la atención de afirmación de género y la anulación de Roe vs. Wade, y concluye que “la sociedad está en un punto de inflexión crítico”.

La amplitud de la Bienal parece significativa: si bien, por supuesto, algunos de los sesenta y nueve artistas (y dos colectivos) de la muestra provienen necesariamente de la Ciudad de Nueva York y Brooklyn (dieciocho) y otros once son de Los Ángeles, la Bienal también presenta artistas que viven y trabajan en Portland, OR; Norfolk, VA; Galisteo, NM; Savannah, GA; Columbus, OH, y otros lugares. Solamente una artista, Charisse Pearlina Weston, nació en Texas. Ninguno de los artistas incluidos reside en este estado.

Aunque no he visto la exposición de este año, que se inauguró la semana pasada, he leído la tibia acogida que tuvo en las publicaciones más importantes de Estados Unidos (y del mundo del arte). Que sea una de las muestras más prominentes del país significa que, por lo general, también es sobre la que más se escribe. Las reseñas no son sorprendentes; organizar una muestra como esta es, al mismo tiempo, un ejercicio inútil y una tarea ingrata. Y aunque no soy tan ingenuo como para pensar que incluir a uno o varios artistas radicados en Texas habría cambiado el rumbo de la exposición o la habría vuelto repentinamente impresionante, me desconcierta que una muestra con los enfoques y objetivos temáticos mencionados anteriormente pueda omitir a todos los artistas que están trabajando en un estado en el que estas cuestiones están justo en el centro.

De la misma manera que la Bienal es un indicador de nuestro momento actual en Estados Unidos, Texas es el futuro de nuestro país. El crecimiento demográfico del estado entre el 2010 y el 2020 fue en un 95% de personas de color; la Bienal del Whitney del 2024 incluye pocos o ningún hombre blanco heterosexual, y en su lugar brindó una plataforma para mujeres, personas queer y artistas de color. Texas y su duradero momento político conservador son un semillero para todos y cada uno de los problemas sociales (muchos de los cuales se abordan en bienales como la del Whitney). Al mismo tiempo, los políticos y ciudadanos de Texas ven que el propio estado se está acercando a, en palabras del Whitney, “un punto de inflexión crítico”. En este momento hay miedo en todos los segmentos del espectro de Texas. Pero también hay esperanza, motivación y acción, que han sido recogidas y reflejadas por muchos de los artistas de nuestro estado.

Desde una visión miope que omite la tercera costa de Estados Unidos, es fácil pasar por alto a Texas, en parte porque nuestro estado no encaja en ninguna de las regiones prescritas del país. Aunque somos parte del Sur, nuestra cultura tiene una hospitalidad e historia distintivas que la separan. Al mismo tiempo, la percepción que algunas personas tienen de Texas es “el Oeste” (vaqueros, cactus y ganado), pero esto es sólo cierto para la parte más occidental del estado. Simplemente los biomas de Texas lo ponen en su propia categoría: tenemos una gama de bosques de pinos, llanuras, pantanos, planicies, mesetas, montañas y desiertos. En cierto modo, dado que Texas, como estado, paisaje, lugar o pueblo, en realidad no representa nada específico, termina representándolo todo.

Primero, las cifras: Texas tiene una economía de 2.4 billones de dólares que es, de acuerdo con la oficina del gobernador del estado, “la octava economía más grande entre las naciones del mundo, más grande que Rusia, Canadá, Italia y otros”. En Estados Unidos, ocupa el segundo lugar después de California. La población increíblemente diversa del estado en el 2020 llegó a los 29 145 505 (de nuevo, sólo superada por la de California); Texas también alberga tres de las diez ciudades más grandes de Estados Unidos. La gran área metropolitana de Dallas-Fort Worth, de acuerdo con datos de censos, “tuvo el mayor aumento numérico de población entre el 2021 y el 2022 de cualquier área metropolitana de Estados Unidos”.

Segundo, el arte: Texas es el hogar de una de las muestras representativas más fascinantes de artistas que viven y trabajan en Estados Unidos actualmente. Pero, aunque el arte creado aquí puede compararse (y se compara) con el arte de cualquier otro lugar, sólo puede hacerlo si se le da la oportunidad. Si consideramos el clima político de Texas como un microcosmos de Estados Unidos y nuestra propensión a creer que los artistas tienen la habilidad de imaginar un futuro mejor, parecería que los que viven aquí estarían especialmente sensibilizados para comentar los problemas actuales. Los artistas de Texas son un movimiento guerrillero clandestino que trabaja a plena vista y que, juntos pero por separado, encuentran formas de (no tan) sutilmente convertir el estado en su propia visión de Estados Unidos.

Es una burla que la Bienal del 2024, que se describe a sí misma como un “‘coro disonante’, inarmónico en su colectividad”, omita la representación de Texas que, como ideología y como lugar, es lo más disonante que se puede ser. La Bienal del 2022, que fue cocurada por el tejano momentáneo David Breslin (y que, de acuerdo con el New York Times, puso “particular atención a artistas nativoamericanos y a la frontera entre Estados Unidos y México”), lo hizo un poco mejor. Incluyó solamente un artista radicado en Texas (Rick Lowe) y dos artistas provenientes de Texas (Lisa Alvarado y Terence Nance), ninguno de los cuales son de la región fronteriza. El comunicado de prensa de la muestra dice que “las dinámicas de las fronteras y lo que constituye ‘lo estadounidense’ es explorado por artistas de México, específicamente Ciudad Juárez y Tijuana, y de las Naciones Originarias en Canadá, así como otros que nacieron fuera de Estados Unidos”. ¿Saben quién más tiene que conducirse constantemente a través de las ideas sociopolíticas impuestas por Estados Unidos acerca de las fronteras (y la fluidez entre ellas) y lo que constituye “lo estadounidense”? Los artistas del Sur de Texas.

Aunque la Bienal del Whitney nunca podrá representar por completo el lugar en el que se encuentra Estados Unidos actualmente, y hay muchas áreas del país que reciben poca consideración, la continua omisión de talentos radicados en Texas que podrían traer una perspectiva completamente única a las cuestiones que el museo repetidamente dice que lo tocan muy de cerca es un error flagrante y atroz. No sugiero los nombres de artistas de Texas que podrían haber sido incluidos en esta edición o en la del 2022 simplemente porque son demasiados.

Las curadoras de la Bienal del 2024 realizaron aproximadamente doscientas visitas a estudios de artistas a lo largo del país. Si sesenta y nueve artistas fueron incluidos en la muestra, eso deja ciento treinta y una visitas a personas que no lo fueron. Dado que la base de operaciones de las curadoras es Nueva York (y la gran densidad de artistas en la ciudad), no sería de sorprender si muchas de esas visitas se desplegaran entre ese lugar y Los Ángeles. Aunque no sé si las curadoras visitaron a alguien en Texas, hay un problema inherente en el hecho de que muchos de los artistas de nuestro estado no están tradicionalmente en el radar de las personas que viven en otros lugares, a pesar de la constante proliferación de exposiciones e iniciativas destinadas a mostrar el talento de Texas a quien esté dispuesto a mirarlo. La omisión es quizá aún más grave si las visitas de las curadoras incluyeron una excursión al estado que al final terminó en nada.

El arte y los artistas de Texas merecen ser mirados con ojos críticos; esto sólo sucederá cuando las personas que eligen vivir y trabajar aquí sean tomadas en serio por el mundo del arte más amplio. Todos nosotros aquí en las trincheras día tras día (escritores, galeristas, curadores, organizaciones sin fines de lucro, trabajadores del arte) estamos haciendo nuestra parte. Desafortunadamente, ahora corresponde a las instituciones más grandes, quienes llevan las riendas de las metrópolis del arte, decidir si actuarán en concordancia con lo que dicen o si, en cambio, quieren taparse los ojos e ignorar el futuro.

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