Por favor dejen de pintar las cajas eléctricas (una propuesta de arte público)

by Rainey Knudson February 28, 2024

Editor’s note: This article is also published in English on Glasstire. Find that here.

Nota del editor: Este artículo se publicó originalmente en inglés en Glasstire el 30 de julio del 2017.

Traducción de Yolanda Fauvet y Paulina H. Marroquín.

Probablemente has visto una. Al detenerte en una intersección es difícil no ver una gran caja de metal en la esquina pintada con colores alegres. Por alguna razón, decorar estas cajas eléctricas, que generalmente son del tamaño de un refrigerador pequeño, se ha convertido en una tendencia global en la última década. Los gobiernos de ciudades en todos los continentes al parecer aman contratar a artistas para esto. Dan argumentos que suenan razonables y vagamente inspiradores como “es un proyecto de bajo costo y alto impacto”, “embellece los vecindarios” o “ayuda a inculcar orgullo cívico”.

Dos imágenes de cajas eléctricas pintadas en la calle. En la caja de la izquierda están pintados grandes girasoles realistas, en la de la derecha un dinosaurio azul caricaturizado que viste botas y sombrero vaquero toca la trompeta.

Cajas eléctricas pintadas en Calgary.

En Houston, la idea subyacente de nuestro esfuerzo local por pintar cajas es que “pintar estos lienzos en blanco a lo largo de la ciudad convierte una peste en arte”. ¿Cómo no amarlas?

Bueno, para empezar, ¿cuándo has visto una caja eléctrica en blanco en la calle y has pensado “Caramba, ojalá alguien con habilidades artísticas moderadas pudiera pintar un tucán ahí”? Es más, ¿cuándo has pensado en una caja eléctrica para empezar? Considera que, sin decorar, estas cosas desaparecen en el paisaje urbano. No son una “peste”, sin duda no lo son de la manera en la que lo son la basura o los edificios abandonados. Las cajas eléctricas son algo que probablemente nunca notaste hasta que tu gobierno municipal comenzó a decorarlas.

Creo que esta extraña tendencia tuvo menos que ver con el embellecimiento que con las ciudades buscando tener control del arte callejero, para convertirlo en algo autorizado, aceptable, institucional y estéril.

Tres cajas eléctricas de diferentes tamaños están situadas sobre una base de cemento frente a una pared cubierta de vegetación. Sobre las tres está pintado un paisaje de pequeñas islas montañosas en un mar tranquilo.

Cajas eléctricas pintadas en Taipéi.

Pero también se dirige a nuestro prejuicio arraigado de los paisajes urbanos como “antinaturales”. Admiramos los panoramas montañosos que parecen nunca haber sido tocados por el hombre, aunque nuestras autopistas, rascacielos e incluso vertederos son tan naturales como un hormiguero o una presa construida por castores. Claro, lo que creamos a menudo es dañino para nosotros mismos o para el ambiente, pero nuestras ciudades son naturales porque nosotros somos naturaleza.

Pero no lo vemos así, y entonces sentimos la necesidad de embellecer las cosas innecesariamente. En cualquier paisaje, tus ojos editan naturalmente las cosas que no son importantes. Yo abogo que deberíamos permitir que ciertas estructuras en nuestras ciudades sigan siendo invisibles. Las personas no necesariamente están pidiendo decoración en sus vidas y el embellecimiento de un hombre es la imposición visual de otro. Ninguno de los argumentos a favor de pintar cajas eléctricas responde la pregunta básica: ¿Nuestra atención necesita ser llevada a estas cosas? Es como el desfile de vacas: parece divertido hasta que te das cuenta de que no lo es en realidad. Hoy en día, ninguna ciudad que se respete a sí misma destinaría fondos públicos a botar un montón de vacas de fibra de vidrio decoradas por la ciudad. Y predigo que la moda pasajera de ataviar las cajas eléctricas se verá igual de cursi en un futuro cercano.

Frente a una tienda de telefonía móvil está la estatua de una vaca azul brillante de cuyo trasero sale un palito de paleta helada y, tal como una paleta helada, se está derritiendo.

Reconozco que esto es bastante genial.

Sin duda hay quienes no están de acuerdo conmigo. Recientemente me metí en problemas en Instagram por criticar un esfuerzo similar que involucraba un tramo de autopista particularmente feo en Houston.

Al ser una ciudad en crecimiento, tenemos muchas autopistas nuevas y relucientes, o recientemente renovadas, por lo que este pedazo sucio y sin encanto es una especie de anomalía. Los puentes que lo atraviesan están bordeados por vallas de red metálica, que por su diseño está virtualmente vacía y es transparente. Pero alguien en Houston pensó que sería una buena idea insertar tiras de plástico de color en ese vacío (aparentemente el proyecto, que originalmente incluía imágenes realizadas por niños de una escuela local, fue estropeado por TXDot, que insistió en que fuera un insípido diseño abstracto). Como una cocina con demasiados cocineros, este esfuerzo esencialmente terminó siendo lápiz labial en un cerdo. Antes, no te dabas cuenta de lo sucio que estaba el cerdo porque nadie te había pedido que lo vieras.

Si el arte público va a dominar el paisaje visual tiene que ser tan grandioso que la mayoría de la gente disfrutará la experiencia. Y también debe tener sentido. Si no, simplemente estás enjaretándole cosas a la gente. Para mí, estos pasos a desnivel decorados son igual de incongruentes que un Jeff Koons en medio del parque Yellowstone.

Al fondo de una llanura seca se alza una columna de humo que parece salir de un géiser. En el plano medio y en primer plano, un grupo de bisontes está pastando. A la derecha está superpuesta la imagen de un globo dorado en forma de perro.

En última instancia, claro está, lo peor de todo esto no es el efecto sobre los espectadores o el paisaje urbano. Es el efecto sobre los propios artistas.

Ningún artista despertó un día y dijo de repente “¡de verdad me gustaría decorar una caja eléctrica!” o “¡qué ganas tengo de decorar una escultura de vaca prefabricada!”. Pero cualquier artista joven y entusiasta que haya acudido a un seminario sobre cómo tener una carrera sabe que tiene que buscar oportunidades pagadas para hacer cosas que al menos se asemejan a hacer arte. Está feliz con la posibilidad de que le paguen algo (las tarifas varían enormemente de ciudad a ciudad, pero en Houston son 750 dólares) y por eso envía con el mejor de los ánimos su propuesta de cómo decorar una caja eléctrica, aun cuando eso sería la última cosa que elegiría si pudiera.

Los buenos artistas hacen mejor su trabajo cuando se les da la mayor libertad posible para diseñar sus proyectos. Imagínate que todas las ciudades de Estados Unidos dejaran de pedirles a los artistas que decoren cajas eléctricas o parquímetros o camiones de basura o desniveles de autopistas, y en cambio comenzaran a enviar este escrito sobre arte público:

Hola. Queremos arte. Queremos el mejor arte que podamos tener. Tenemos algo de dinero para pagarlo.

Aceptaremos cualquier propuesta. Cualquier periodo de tiempo, cualquier presupuesto: de permanente a impermanente. Desde una estatua de mármol hasta un performance en el que trepen por la acera.

PERO TEN EN CUENTA que no tenemos recursos ni personal ilimitados. Lo que SÍ tenemos es una apertura ilimitada a las ideas que tengas para hacer que nuestra ciudad sea increíble. Mira a tu alrededor y cuéntanos qué piensas. Escandalízanos. Sorpréndenos. Desafíanos. Muéstranos lo mejor que tengas.

Aceptamos propuestas de 1000 dólares, aceptamos propuestas de 1 000 000 de dólares (o más). Puede que aceptemos o que no aceptemos ninguna propuesta que recibamos este año si ninguna de ellas queda bien. Depende sobre todo del concepto, pero también de la viabilidad.

Maravillemos y deleitemos a la gente.

Cambiemos la forma en la que vemos el mundo.

Buena suerte.

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Tomas February 29, 2024 - 09:35

Muy bien, Lluvia

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