El Salvador es cálido: Parte 2

by William Sarradet September 7, 2022

Editor’s note: This article is also published in English on Glasstire. Find that here.

Nota del editor: Este artículo se publicó originalmente en inglés en Glasstire el 14 de marzo del 2022. Para leer la primera parte de esta serie, haga clic aquí.

Traducción de Gustavo Carvajal.

Un gif animado del retrato de Ronald Morán. Los contornos de la ilustración imitan un alambre de púas que forma círculos geométricos.

Ronald Morán. Ilustración de Natalia Padilla (haga clic para ver la animación)

Mi visita a los artistas de El Salvador significó entrar a sus estudios, a los museos donde exhiben su obra y a sus casas. He aquí algunos de los momentos más destacados:

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Dibujos hechos con pincel y tinta sumi colgados individualmente en cuartillas de papel blanco, están instalados en sucesión descendente sobre el muro de una galería.

Ronald Morán, “Por encima del jardín”, en la exposición del MARTE

Entre las narrativas que rodean a El Salvador, un factor que me llamó la atención fue que la seguridad produce efectos diferentes. Contratistas privados emplean guardias para vigilar los numerosos espacios públicos que hay a lo largo del país, y su presencia puede sentirse en centros comerciales, frente a las puertas de los negocios y en plazas públicas, como en el centro histórico de San Salvador. Quizás la diferencia que se siente aquí, en comparación con mi vida en Estados Unidos, es solamente cuestión de presentación. Estados Unidos mantiene el primer puesto como la nación con más armas per cápita en el mundo con 120.5 armas de fuego por cada 100 habitantes. En contraste, se estima que en El Salvador hay menos de 3 armas por cada 100 personas. Una dinámica a considerar es que la seguridad en El Salvador no tiene que ver con el número de medidas implementadas como tal, sino con su visibilidad frente al público.

En Por encima del jardín de Ronald Morán, expuesta en el Museo de Arte de El Salvador (MARTE), la idea de seguridad a través de imágenes de concertina (espiral de alambre de púas o de cuchillas) ha sido reconsiderada como metáfora de flores y enredaderas.

Un pequeño cactus achatado es recreado usando púas y cuchillas de concertina. La escultura del cactus metálico descansa dentro de un tazón de piedra.

Ronald Morán, “Por encima del jardín”, en la exhibición del MARTE

Morán realizó un cuerpo de dibujos en tinta, usando la técnica china del sumi-e, en los que plasma la forma del alambre en espirales concéntricas con las púas y cuchillas flanqueando las líneas en intervalos regulares. Estos dibujos fueron colgados como una colcha de retazos deconstruida, suspendidos por hilos transparentes y producen un leve crujido del papel debido al aire acondicionado en las galerías principales del MARTE. Morán continuó la exploración de este motivo realizando dibujos en grafito a partir de los libres y fluidos bocetos que había hecho con tinta en el estudio. La elección de trabajar en el estilo sumi-e tiene que ver con la intención de usar un significante o marcador cultural para penetrar en otro. Morán también ha trabajado con Cristian Escamilla para diseñar y fabricar en alambre real, con cuchillas incluidas, especies de flores verdaderas e imaginadas. La segunda galería en la exposición está oscurecida para alojar una instalación de concertina dispuesta en una pirámide móvil de postes de acero, junto a la proyección de una obra en video.

Una instalación de espirales de concertina sobre una percha móvil y una proyección de video detrás de ella que muestra una gráfica de alambre circular.

Ronald Morán, “IN-FINITO”, instalación de video.

“Es muy importante señalar que todo este trabajo nació durante la cuarentena”, dijo Morán. También hizo hincapié en que los dibujos de estilo sumi-e tradicionalmente se reservaban para hacer ilustraciones de bambú, un árbol nativo de Japón. Aquí él tomó prestada esa idea para expresar que las cuchillas se han convertido inadvertidamente en un símbolo de la vida salvadoreña. La obra de Morán cuestiona los efectos de aferrarse a algo peligroso para obtener protección. Tal vez la presencia ubicua de la seguridad y el impulso de la autopreservación hayan llegado a un extremo. “Si bien se ha normalizado vivir con inseguridad, no es saludable”, advierte Morán. En el diálogo sobre las fronteras que dividen las Américas, esta exposición apunta hacia las fronteras que El Salvador se ha impuesto a sí mismo. La exploración de las cercas como vegetación que realiza Morán se presta a la interpretación de que deberíamos arrancar las malas hierbas en lugar de sembrarlas.

Al pasearse por las exposiciones del MARTE, incluyendo las galerías con pinturas históricas salvadoreñas y Diálogos, una exposición temporal y retrospectiva del arte contemporáneo salvadoreño, las eras de Centroamérica empiezan a revelarse. Hay naturalezas muertas en marcos barrocos que se esfuerzan por impresionar. Las obras contemporáneas, expuestas como parte del ciclo quinquenal de muestras, permiten ver a los colectivos y artistas individuales de El Salvador tratando muchos temas que siguen siendo relevantes hoy. La pintura en miniatura de José Nery Alfaro Sin título se exhibe junto a una lupa para que el espectador pueda apreciar todo el detalle de su paisaje bucólico. Falsa Franca, de Dalia Chévez, imita el estilo de las miniaturas salvadoreñas producidas tradicionalmente en los pueblos rurales de artesanos del país. Utiliza la escala (tanto en el tamaño de las figuras como en su número total) para hacer un comentario sobre la fuerza laboral de la que dependen las marcas internacionales al producir sus bienes textiles en El Salvador.

Fotografía del detalle de una pintura pastoral del campo salvadoreño.

José Nery Alfaro, “Sin título” (detalle), 2015

Una instalación de docenas de diminutas esculturas de mujeres zurciendo prendas de vestir.

Dalia Chévez, “Falsa Franca”, 2009

Filas de pequeñas esculturas de mujeres zurciendo prendas de vestir.

Dalia Chévez, “Falsa Franca”, 2009

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Dibujos en carboncillo negro sobre papel que esbozan la geometría de esculturas de basalto desde varios ángulos.

Dibujos esquemáticos para una escultura por Mario López en FAVRIKA

Previo a nuestra visita al MARTE, Natalia Padilla y yo nos reunimos con Morán en su estudio, que forma parte de los estudios del colectivo FAVRIKA en el barrio Loma Linda de La Libertad, al sur de El Salvador. Se trata de un gran complejo, una antigua planta de manufactura de baterías segmentada en generosos espacios dispuestos como estudios. Es un “estudio” en un sentido muy formal: los pintores desarrollan y acomodan su trabajo en cubículos, aunque a su vez cuenta con muchos espacios abiertos, tanto adentro como afuera, donde se llevan a cabo la fabricación y los procesos necesarios para la escultura. Si bien Escamilla, el fabricador y colaborador de Morán, no es un miembro oficial del colectivo, montó un taller de metales in situ para realizar las esculturas de flores que se pueden apreciar en Jardín.

Otros artistas de FAVRIKA son Mario López, un escultor que trabaja con basalto para crear esculturas de pequeño formato que reivindican el estilo y la técnica salvadoreñas, y Juan Carlos Recinos, un pintor que desarrolla distintas series de obras que son críticas frente a las posturas de identidad étnica salvadoreña y la retórica política del gobierno de Nayib Bukele (actual presidente del país).

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Hasta este punto mi visita consistió en hablar con individuos que se dedican exclusivamente a las “bellas artes”, en lugar de aquellas personas que generalmente trabajan en otros campos creativos (como el diseño y la artesanía). En todo caso, otra clasificación de medio e ideología surgía de vez en cuando: las artes plásticas. Mientras otros mercados hacen distinciones entre las prácticas de estudio (bellas artes) y la artesanía (técnicas basadas en habilidades), en El Salvador la distinción parece ser más cercana a la de producción de arte plástico versus su fabricación. Y, como ocurre en Estados Unidos, hay trabajadores creativos que comercian afuera del mercado de las “bellas artes”.

Delirio Estudio, un estudio de diseño a las afueras de San Salvador, trabaja desde el diseño de productos hasta el branding en proyectos y campañas de impacto social. Establecido en el 2016, el grupo es dirigido por sus cofundadores Alejandra Marroquín y Carlos Violante. Durante dos días, pude observar cómo el estudio desarrollaba proyectos desde su espacio de trabajo en San Salvador. Juntos han logrado construir un negocio exitoso ofreciendo diseños sofisticados pero accesibles en un país donde, según me dijeron, el crecimiento es lento. Las conversaciones que tuve con ambos ofrecieron una perspectiva sobre cómo hacen funcionar un estudio creativo en Centroamérica:

Carlos Violante habla sobre cómo dirigir un estudio en El Salvador:

“Tengo un perfil muy específico. Hago diseño gráfico, hago cerámica, pero también tengo experiencia trabajando con entidades sin ánimo de lucro y por la justicia social. Así que lleno un nicho bastante específico.”

Alejandra Marroquín habla del enfoque de diseño en el Delirio Estudio:

“Cuando comenzamos Delirio se nos ocurrió que sería muy chévere que todo el mundo pudiera tener una pieza pequeña y única en su hogar. Todo aquí se centra en los mismos materiales, cerámica, pintura e ilustración”.

Un hombre con camiseta negra y pantalones azules de trabajo está de pie con su brazo sobre el hombro de una mujer que viste un vestido negro, abrigo marrón y medias negras hasta la rodilla. Ambos miran a la cámara.

Carlos Violante y Alejandra Marroquín

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En su casa estudio frente al mar en El Zonte, Simón Vega nos recibió a Natalia Padilla y a mí para hablar sobre su trabajo, el cual ahonda en temas como la exploración espacial y los imperios. Vega es representado por la galería Liliana Bloch en Dallas y ofreció una presentación especial en el cubículo de la galería durante la Feria de Arte de Dallas en noviembre del 2021. Padilla y Vega sostuvieron este diálogo durante nuestra visita:

Natalia Padilla (NP): ¿Qué hizo que te interesaras en explorar estos temas? El asunto del espacio.

Simón Vega (SV): Yo he estado usando el espacio para hablar sobre colonialismo. Vamos a alterar cualquier paraíso que encontremos a cambio de cosas que necesitamos dentro de la cultura occidental. Donde quiera que vayas, pides que en ese lugar haya aire acondicionado, WiFi y, aún más importante, agua embotellada. Caminos accesibles y aeropuertos. Ya no estamos dispuestos a sudar o padecer los mosquitos… La era de la exploración terminó y ahora simplemente estamos colonizando todo lo que nos da la gana de esta manera y arruinándolo en el proceso. Después de que hayamos terminado con esto, buscaremos otra isla deshabitada, la destruiremos y seguiremos adelante.

NP: Híper personalizamos todo.

SV: Sí, por confort, totalmente. Incluso con otras culturas, llegamos a ella y decimos “nos parece que las cosas deberían ser así, ustedes no saben”. O puedes llegar a una isla que está en perfecta armonía con niños jugando y alguien vendrá desde la sociedad occidental y dirá: “ustedes están sentados sobre una mina de oro”.

Un dibujo en carboncillo de una instalación escultural descansa sobre una mesa de trabajo. En la mesa hay un bloque de madera para xilografía y una brocha de pelo de caballo.

Dibujo en el estudio de Simón Vega

Varias estatuillas autóctonas de material orgánico y figuras de anime en plástico están puestas en frente de una planta de bambú que sale de una jarra verde.

Estudio de Simón Vega en La Libertad.

Vega disfruta vivir junto a la playa y no aceptaría hacerlo de otra forma. Cuando le pregunté qué era lo que le atraía tanto de este hábitat, respondió:

“Este lugar es muy chévere porque no hay muros ni alambre de cuchillas entre las casas. Algo difícil de encontrar en El Salvador. Pero, de nuevo, es un vecindario cerrado”.

 

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La investigación de campo para este artículo se realizó con la asistencia de Natalia Padilla en la traducción.

William Sarradet es editor asociado de Glasstire.

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