“Sólo pon los huevos”: La acentuación proteica de Ana Hernández

by Christina Frasier December 1, 2021

Editor’s note: This article is also published in English on Glasstire. Find that here.

Traducción de Yolanda Fauvet y Paulina H. Marroquín.

Ana Hernández, Too much? [¿Demasiado?], 2021. Óleo sobre lienzo, 45.7 X 60.9 cm.

Me siento afortunada de tener la oportunidad finalmente de sentarme a platicar con Ana Hernández. Después de haber vendido todas las pinturas de su exposición Let Them Eat Cake [Que coman pasteles] en la AnArte Gallery de San Antonio, se está preparando para su primera vuelta en la feria de arte contemporáneo Art Basel en Miami.

“Estoy muy interesada en cómo son representadas las mujeres”, dice la artista. “Con estas pinturas, copiaba retratos y les daba un giro. No quiero que esto suene como una excusa para no explicar mi obra, pero fue algo instintivo”. Hubo algunos retratos de muñecas inflables, pero más recientemente ha dirigido su mirada crítica al retrato rococó, con sus excesos y feminidad tan subrayados como satirizados.

La gran mayoría de las pinturas de Hernández son mujeres con pelucas apiladas. En una pieza titulada Too Much? [¿Demasiado?], el rostro de una mujer se superpone sobre sí mismo y su peluca está coronada con un flamenco hecho con globos y una cadena de huevos estrellados. El resto de la pintura es directa y el efecto es feroz y divertidísimo al mismo tiempo. En otras pinturas las mujeres con vestidos voluminosos parecen turnarse para abrazar o ser amenazadas por flamencos, plátanos y flores.

Esta atención por la representación de mujeres es un resultado inherente de la niñez de la artista: “Fui criada por una madre soltera. He estado rodeada de mujeres toda mi vida. Mi mamá siempre fue una de esas mujeres que se arreglan. En Laredo te pones tacones para ir al HEB. Me gusta lo bonitas que son las mujeres y tienen tantos detalles; pueden decorarse de tantas maneras”.

Ana Hernández, Sin título, 2020. Gouache sobre tabla, 20.3 x 25.4 cm.

Uno de los temas recurrentes que utiliza para decorar a las elegantes mujeres del siglo XVIII en sus pinturas es cubrir los ojos con huevos. Jacinto Guevara, artista de San Antonio, los ama; me dijo que los huevos tienen una doble función: sirven como un “huevo en la cara” de la burguesía, pero también cumplen su rol más tradicional como símbolo de la fertilidad.

Le pregunté a Hernández sobre los huevos y dijo que “significan muchas cosas para muchas personas diferentes. Simplemente les pone acentos”.

Los huevos son, por supuesto, como mencionó Guevara, una burla, pero de cierta manera Hernández se incluye a sí misma en la parodia: “Recuerdo cuando mi profesor dijo que nunca hay que tomarse tan en serio. Y con todos los vestidos bonitos, fue como ‘Dios mío, parece que te estás esforzando demasiado. Sólo pon los huevos’”.

Pero el huevo en el rostro de las mujeres burguesas en las pinturas también se siente como un desafío. La crítica no es contra la feminidad representada en las pinturas, sino más bien contra los excesos de su riqueza. Por lo tanto, la serie es atractiva, accesible y astuta en su crítica cultural.

Hernández es más abiertamente crítica de la cultura en su obra mural, en la que ha sido artista asistente de murales en San Antonio en asociación con San Anto Cultural Arts y la San Antonio Street Art Initiative, así como artista principal de murales en San Antonio y Nuevo Laredo.

Dos murales recientes en San Antonio abordan la violencia hacia las mujeres latinxs. Presente, en el que Hernández fue artista asistente, aborda el asesinato de Claudia Patricia Gómez González, una mujer guatemalteca que estaba migrando a los Estados Unidos en el 2018 cuando fue asesinada por la patrulla fronteriza de Estado Unidos.

Entre las mujeres, el mural conmemorativo de Vanessa Guillén, fue codirigido por Adriana MJ Garcia. Se encuentra en 1631 S. Laredo Street, San Antonio, Texas.

Hernández también codirigió el mural del 2020 dedicado a Vanessa Guillén, uno de los murales conmemorativos más hermosos que surgieron tras la desaparición y muerte de esta soldado el año pasado. El mural fue la culminación de la organización de base y la recaudación de fondos de las exalumnas del Latina Leadership Institute, Stephanie Melchor y Tracy Talavera. A través de sus redes, se conectaron con Hernández y otra muralista, Adriana Garcia. En esta obra, Hernández es seria.

El artista y profesor de Uvalde, Abel Ortiz, le dio a Hernández su primera exposición individual en el 2015 y cree que un viaje a la Ciudad de México para estudiar el muralismo fue una experiencia transformacional para la artista. Según Ortiz, “su capacidad para unir iconografía de diferentes épocas y espacios es parte de su proceso creativo”. Así, en el mural de Guillén vemos temas como las mariposas monarca, que también hacen apariciones en sus obras de estudio.

A pesar de los temas unificadores en toda su obra, la tensión entre la seriedad de los murales y la diversión surreal de sus obras de estudio parece incomodar a Hernández: “¿Cómo funciona si estoy haciendo murales sobre mujeres asesinadas y luego también estoy trabajando en estas cosas distintas? No puedo evitar preguntarme si estoy en el camino correcto”.

Genieve Figgis, la artista irlandesa que tiene su propia versión malévolamente divertida de arte rococó, podría argumentar que este camino es efectivamente el correcto. Aunque el estilo de Figgis es muy diferente al de Hernández, su popularidad es una prueba de que revisitar el arte europeo y trabajar con sus demostraciones rituales de riqueza y poder a través de la reinterpretación es algo valioso. Figgis aplica una lente irlandesa y Hernández, una lente de las tierras fronterizas entre Estados Unidos y México.

Una sensibilidad fronteriza recorre la obra de Hernández. Abel Ortiz dice que “hay una mezcla de imaginario eurocéntrico, pero también con imaginario de la cultura pop, tipos de objetos más universales como flamencos inflables. Pero a veces verás una lata de cerveza regional, Lone Star o algo así. Y eso nos trae de vuelta a casa. ¿Sabes?”

Al considerar la reconfiguración que Hernández hace del retrato rococó, podría ser útil considerar a la propia María Antonieta. Aunque muchos de nosotros la asociamos con el exceso arrogante, ella ejerció su voluntad de maneras que mantienen nuestra atención hasta el día de hoy. María Antonieta presentó su feminidad de una manera directa e inflexible que conmocionó a la corte real. La atracción por las expresiones históricas de feminidad y el interés por la justicia social para las mujeres latinxs no necesariamente se contradicen entre sí, como le preocupa a Hernández; son diferentes manifestaciones del mismo tema. Su trabajo no produce choques tonales discordantes; es integrador con sus experiencias e intereses, incorporando identidad, clase y lugar en cada pieza.

Después de que Hernández estrene su obra en Art Basel Miami, espero que continúe explorando tantas facetas diferentes de la feminidad como pueda. La retratista favorita de María Antonieta, Élisabeth Louise Vigée le Brun, huyó de Francia durante la revolución, pero siguió siendo una retratista popular que mantenía a su familia. ¡Que Hernández encuentre la misma libertad!

2 comments

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William Hanhausen December 2, 2021 - 13:20

La riqueza más importante que tenemos todos los latinos que vivimos en éste país, es la bicultural. Existen “jergas” y huso local/regional del lenguaje. Pero en orden de conservar el respeto de otros grupos por los latinos (artistas, escritores, etc.) ¡debemos de cuidar las formas de comunicación!
“Bravo” Ana Hernández !!
Pero no dejes que cuando alguien habla de ti y de tu obra, malinterpreten lo que representan con un lenguaje pobre.
Son flamingos, es voltear o girar y la connotación de “huevos” es agallas, fuerza y determinación!

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Leticia December 5, 2021 - 16:30

Maravilloso!!

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