Agnes Martin: Una práctica meditativa

by Jessica Fuentes December 21, 2022

Editor’s note: This article is also published in English on Glasstire. Find that here.

Nota del editor: Este artículo se publicó originalmente en inglés en Glasstire el 12 de noviembre del 2022.

Traducción de Yolanda Fauvet y Paulina H. Marroquín.

Hace un mes, el Modern Art Museum of Fort Worth abrió Modern Masters: A Tribute to Anne Windfohr Marion [Los maestros modernos: Un homenaje a Anne Windfohr Marion]. La exposición, curada por el ahora jubilado Michael Auping, reflexiona sobre el legado de la filántropa y mecenas de arte local que ayudó a formar la institución. También es una oportunidad para que el museo regrese a su colección permanente (algo que hace de vez en cuando a través de diversas exposiciones panorámicas que abarcan toda su colección) y presentarla desde una perspectiva diferente. La iteración actual presenta obras conocidas en espacios nuevos; al ponerlas a dialogar en estos contextos, se crean oportunidades para que los espectadores, ya sean primerizos o frecuentes, salgan de la muestra con nuevas interpretaciones.

Aunque es fácil perderse en la emoción de la recién adquirida pieza de Ellsworth Kelly con sus colores vívidos o el tríptico fotográfico de Carrie Mae Weems de su emblemática serie Kitchen Table [Mesa de cocina], me atrajo un pequeño cuarto dentro de la exposición con obras de Agnes Martin. A la distancia, la sutileza de su obra se evapora tanto en la neblina gris de sus lienzos que no culparía a nadie por pasar por alto la habitación. Esta es la regla más que la excepción, ya que los espectadores de museos pasan un promedio de treinta y tres segundos mirando una sola obra de arte.

Una pintura cuadrada que mide 183 por 183 centímetros. Sobre una superficie de yeso, una cuadrícula de lápiz formada por 255 líneas horizontales y 71 líneas verticales llena todo el lienzo.

Agnes Martin, “Leaf” [Hoja] 1965, acrílico y grafito sobre lienzo. Modern Art Museum of Fort Worth. Adquisición del museo y la Sid W. Richardson Foundation Endowment Fund.

La sutileza del estilo de Martin me obliga a mirar su obra más de cerca para absorber sus detalles y complejidad. Como alguien que se considera aficionada de las matemáticas, siempre me han fascinado las piezas de Martin que parecen hojas de cálculo, aunque en la época en la que hizo esta obra, tal vez era más preciso describirlas como hojas sueltas de un libro de contabilidad. Las líneas verticales y horizontales, espaciadas de manera uniforme, evocan una sensación de calma y de orden. Y, mientras que la repetición de línea y espacio es meditativa, hay una cualidad obsesiva en su obra que insinúa una tensión subyacente más profunda.

Detalle de una cuadrícula dibujada en lápiz sobre una superficie de yeso. Algunas de las líneas horizontales y verticales sobresalen más que otras creando una repetición de rectángulos verticales compuestos de cuatro uniformes líneas horizontales.

Agnes Martin, detalle de “Leaf” [Hoja], 1965, acrílico y grafito sobre lienzo. Modern Art Museum of Fort Worth. Adquisición del museo y la Sid W. Richardson Foundation Endowment Fund.

A poca distancia, las líneas de Martin parecen ser mecánicas, pero al acercarnos más revelan la imperfección y la humanidad de sus marcas. Las líneas resolutas que dibuja con lápiz hacen visibles la textura inherente y las imperfecciones de la superficie cuando tropiezan con montecitos aleatorios formados por exceso de yeso. Esta consciencia de los desperfectos naturales que ocurren en las pinturas de Martin deja ver su vulnerabilidad y trae a la mente una cita de la artista (presentada en una ficha larga, algo que históricamente el museo ha evitado): “La simplicidad nunca es simple. Es la cosa más difícil de lograr…”

Aunque es grato contemplar una sola pieza de Martin, lo que hace que esta instalación sea única es el diálogo entre las obras (tres pinturas de gran escala y una serie de grabados), que abarcan décadas y que no habían sido mostradas juntas en el Modern. La pintura más vieja de esta selección, Leaf [Hoja], muestra sus exploraciones tempranas de la línea sobre el lienzo. Dos años después de haberla pintado, en el auge de su carrera, Martin se mudó a Taos, Nuevo México, donde había vivido anteriormente. Este aislamiento voluntario, de 1967 a 1974, permitió que Martin se alejara de la pintura y se concentrara en la escritura y la meditación.

Sobre una pared blanca hay tres filas uniformes de 10 obras de papel de algodón que miden aproximadamente 30.5 por 30.5 centímetros y tienen un marco de madera. En cada obra hay una cuadrícula de líneas delgadas de diferentes tamaños y espaciados.

Agnes Martin, “On a Clear Day” [En un día despejado], 1973, portafolio de 30 serigrafías. Modern Art Museum of Fort Worth. Adquirido en parte con fondos del National Endowment for the Arts y en parte con fondos del Benjamin J. Tillar Memorial Trust.

En 1971 Martin fue invitada por el grabador alemán Luitpold Domberger a hacer un portafolio de grabado, que le tomaría dos años completar. El resultado final fue On a Clear Day [En un día despejado], un conjunto de 30 serigrafías cuadradas que exploran las líneas y la división del espacio. La serigrafía le brindó a Martin una precisión que era imposible lograr en sus pinturas. Cada impresión es del mismo tamaño y usa el mismo grosor de línea, pero divide el espacio de manera diferente por medio de distintos arreglos de líneas verticales y horizontales dispersas o concentradas. Además, algunas de estas serigrafías experimentaron con cuadrículas abiertas que no están restringidas por los contornos. No parece haber una progresión clara a lo largo de las impresiones, pero la aleatoriedad aparente de la instalación provoca que los espectadores consideren las relaciones entre ellas, como si estuvieran armando un rompecabezas. En general, estas piezas todavía llevan el eco del instinto obsesivo de Martin, pero juntas también se pueden leer como estudios juguetones hechos en una época de renovación.

Una pintura cuadrada que mide 183 por 183 centímetros. Una cuadrícula de lápiz abarca todo el lienzo cuya superficie porta diferentes tonalidades de gris.

Agnes Martin, “Sin título”, 1977, tinta china, grafito y yeso sobre lienzo. Modern Art Museum of Fort Worth. Obsequio de Anne y John Marion.

Martin regresó a la pintura en 1974 y retomó su práctica con un estilo un poco cambiado. La cuadrícula en Sin título (1977), que es más grande y tiene rectángulos orientados verticalmente, recuerda uno de los grabados de la serie On a Clear Day. Aunque también está compuesta de líneas controladas, el mayor tamaño de sus rectángulos hace que la pieza se sienta menos limitada. Esta pintura también, a través de su habitual fondo en escala de grises, sirve como una pieza de transición en la obra completa de Martin; es una armonización de técnicas nuevas y antiguas que puntualizan sus ideas tanto pasadas como futuras. A finales de los años 70, comenzó a incorporar tonalidades azules en su obra, que se ven reflejadas en la pieza más reciente de la colección del Modern, Sin título XVI, pintada en 1966. En esta pieza, sólo siete rectángulos ocupan el espacio del lienzo que una cantidad incalculable de rectángulos llena en Leaf o 216 rectángulos en Sin título; es así como continúa expandiendo el tamaño de la cuadrícula y les quita el foco a las líneas para dárselo al espacio entre ellas.

Una pintura cuadrada que mide 152.4 por 152.4 centímetros. Siete anchas franjas horizontales alternan entre los colores azul polvoriento y amarillo claro.

Agnes Martin, “Sin título XVI”, 1996, lápiz y acrílico sobre lienzo. Modern Art Museum of Fort Worth. Adquisición del museo y el Friends of Art Endowment Fund.

Tres paredes blancas de una pequeña habitación con un banco en medio. Sobre la pared izquierda cuelgan las pinturas Leaf y Sin título XVI. Centrada en la pared de en medio está la pintura Sin título y sobre la pared derecha se extiende la serie de serigrafías On a Clear Day.

Obras de Agnes Martin que se presentan actualmente en el Modern Art Museum of Fort Worth.

Estar sentada en esta habitación contemplando los cambios en la obra de Martin a lo largo de las décadas es como ver a una artista liberarse y crear el espacio para respirar. Me fascina la dedicación que Martin le tuvo a los diminutos rectángulos apretados de sus obras tempranas, pero las franjas de sus obras posteriores confortan en la manera en que un cielo abierto me lleva a mi pequeño lugar en el universo que se extiende más allá de mi comprensión. Al fin de todo, hay un tiempo y un espacio para los dos: los mundos pequeños, meticulosos como las células, en los que podríamos perdernos cuando concentrarse es la meta, y los espacios grandes y expansivos, abiertos a los elementos, a lo que sea que suceda y al futuro.

 

Modern Masters: A Tribute to Anne Windfohr Marion se presentará en el Modern Art Museum of Fort Worth hasta el 8 de enero del 2023.

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