LOS MESÍAS DE TEXAS / ACTO 02 / MERIDIANO DE JUDD

by Sean J Patrick Carney August 31, 2022

Editor’s note: This article is also published in English on Glasstire. Find that here.

Traducción de Yolanda Fauvet y Paulina H. Marroquín.

Nota del editor: Este artículo se publicó originalmente en inglés en Glasstire el 26 de julio del 2022. Este es el segundo acto, de la escena ix a la xv, de dos que conforman este ensayo narrativo. Para leer el primero, de la escena i a la viii, dirígete aquí.

Fotografías de Alex Boeschenstein.

ix. LAS CRUZADAS CONTEMPORÁNEAS

Los 1990 fueron una década salvaje en Estados Unidos. Los asedios de Ruby Ridge y Waco, el derrame de Exxon Valdez, el atentado de Oklahoma City, NAFTA, America Online (AOL), la secta ovni Heaven’s Gate, los disturbios de Los Ángeles, la masacre de Columbine… Y al aproximarse el año 2000, el pánico por el día final se propagó. Las amenazas de un corte cataclísmico de las redes computacionales petrificó los países tecnológicamente desarrollados. Al mismo tiempo, los grupos cristianos milenarios de vanguardia se prepararon para un evento bíblico que sacudiría la tierra. Pero no existiría ese espectacular cierre del siglo XX ni del milenio. El año 2000 transcurrió sin un clímax, y creo que los estadounidenses se sintieron extrañamente decepcionados, incluso perdidos.

Y entonces apareció el hijo fallido más prolífico de Texas: George W. Bush, el hermano en Cristo de la fraternidad de los renacidos, un frecuente invocador de El Álamo, un criminal de guerra y el estereotipo de un vaquero de papel si es que existe uno. Bush y su madriguera de ladrones entendieron que los ataques del 11 de septiembre ofrecían un premio de consolación apocalíptico para los estadounidenses apáticos, así como un altar sobre el cual Bush podía elevarse a sí mismo a un nivel mesiánico. Sus subsecuentes invasiones imperiales por petróleo fueron publicitadas como guerras sagradas con facilidad. Su Casa Blanca no pretendía nada contra el comunismo o fascismo. Esto era Jesucristo contra Mahoma.

Sin embargo, muy pronto los estadounidenses tuvieron que lidiar con reiteradas refutaciones de las creencias que justificaban nuestra respuesta genocida al 11 de septiembre. Por ejemplo, los secuestradores eran casi todos saudíes, ninguno procedía de Irak o Afganistán. Además, las inspecciones posteriores a la guerra relámpago revelaron que Iraq no tenía ningún arma de destrucción masiva. A pesar de estas incongruencias, la mayoría de los estadounidenses, incluyendo a casi todos los demócratas electos, doblaron las apuestas a favor de las ocupaciones militares violentas.

Fotografía de un cielo azul repleto de nubes. En la parte inferior una carretera flanqueada por follaje continúa hacia el horizonte.

x. ANHELANDO A SION

Un par de horas al este de Waco, en la prisión Powledge Unit en las afueras de Palestine, Texas, otro mesías, Warren Jeffs, profeta de la rama mormona polígama llamada la Iglesia fundamentalista de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (IFSUD), se encuentra en cadena perpetua por la violación de dos adolescentes, una de doce años y otra de quince. Allá por el año 2003, después de que la atención de los medios provocara que las autoridades federales monitorearan a Short Creek (la comunidad de mormones fundamentalistas que ocupaba las ciudades gemelas de Colorado City, Arizona, y Hildale, Utah), el astuto Jeffs puso los ojos en un terreno en las afueras de Eldorado, Texas. En ese entonces la edad de consentimiento sexual en Texas era catorce y los reglamentos de construcción locales eran funcionalmente inexistentes.

Fotografía de un campo de pasto seco y cactus con flores amarillas. En el fondo, detrás de una hilera de árboles y bajo un cielo despejado, se distingue un edificio alto y blanco.

Jeffs rápido construyó los cimientos para el rancho Yearning for Zion (o “Añorando a Sion”), un recinto secreto que contenía un enorme templo, una cantera, varios jardines, un silo de granos, una planta de tratamiento de residuos y una mansión de 2700 metros cuadrados para el profeta y sus múltiples esposas. Quizás Jeffs fantaseó con tener la sacrosanta soberanía de la propiedad privada que es fundamental en la mitología de Texas, una ironía si tenemos en cuenta el destino de Koresh y su rama davidiana sólo diez años antes.

En el 2006, después de que lo acusaron de ser cómplice de la violación de una adolescente menor de edad, Jeffs se dio a la fuga hasta que lo capturaron en Las Vegas. Dos años después las autoridades de Texas hicieron una redada en el rancho Yearning for Zion y sacaron a más de 400 niños de la IFSUD. La acción recordó la redada a Short Creek de 1953, en la que la Guardia Nacional de Arizona tomó bajo custodia a más de 250 niños. Estos tipos de redadas confirman las repetidas declaraciones de los profetas mormones fundamentalistas de que personas ajenas buscaban destruirlos y con eso reforzaban el delirio de persecución dentro del grupo. Por lo tanto, en el 2012, cuando Jeffs predijo desde la cárcel que el mundo se acabaría antes del 2013, sus seguidores no pudieron ser disuadidos por los argumentos en contra de su profecía apocalíptica. Después de todo, había tenido razón cuando dijo que el gobierno vendría por sus hijos.

El mormonismo, nacido del distrito quemado y quizás la religión más estadounidense (con su marca propia de la teología de la prosperidad), es, en términos generales, demasiado raro para la mayoría de los cristianos. A los ojos de los evangélicos, Joseph Smith no era ningún mártir. Era un estafador impío y además un pervertido. De nuevo, aunque la gran mayoría de los santos de los últimos días ya no lo practica, esa cosa del matrimonio plural vuelve locos a los protestantes.

xi. BASURA COMUNISTA SIN DIOS

Los términos héroe y mesías, por lo menos en Texas, a menudo son distinciones sin diferencia. La Santísima Trinidad de El Álamo, Travis, Bowie y Crockett, no eran santos bajo ningún parámetro, ni siquiera eran particularmente valientes; sin embargo, han pasado a la historia más de una vez como héroes estadounidenses o mártires semejantes a Cristo. Los “tradicionalistas” de Texas equiparan a los defensores de El Álamo con los espartanos de Termópilas, como en la película 300. Pero en realidad Travis, Bowie y Crockett tenían más en común con los mercenarios de la Glanton Gang de la vida real retratados en Meridiano de Sangre.

Fotografía de un paisaje desértico. El verde de algunas plantas se extiende hasta una colina al fondo de la imagen.

Establecer héroes y mesías ayuda a resolver las disonancias cognitivas entre la piedad aparente de Texas y la tangible culpa histórica del estado por la sangre derramada. Con este fin, innumerables estadounidenses blancos han evangelizado y se han apropiado del mito de creación de El Álamo, incluyendo a una trinidad de mediados del siglo XX que combinó los poderes de la fama, los cargos políticos y la distribución pública.

Walt Disney, furioso con los animadores sindicalizados y paranoico por el comunismo de la década de los 50, resucitó la polvorienta historia de Davy Crockett y produjo tres películas para la televisión con actores reales que fueron históricamente atroces e inyectaron propaganda supremacista blanca y procapitalista a millones de hogares estadounidenses de la posguerra.

Tras estelarizar The Searchers (traducida como Más corazón que odio), John Wayne dirigió The Alamo (El Álamo) en 1960 y él mismo interpretó a Crockett. Wayne consideró que el patriotismo bufonesco de la película era como pintar un dedo al comunismo y al candidato presidencial John F. Kennedy. Críticos e historiadores dejaron The Alamo por los suelos. Sin embargo, los conservadores reaccionarios defendieron rabiosamente la película, que celebraba su fantasía de la historia angloamericana. Esta película encendió la chispa de una guerra cultural que ha estado encendida desde entonces.

Y Lyndon Baines Johnson, nacido en Texas, invocaba El Álamo a menudo con el objetivo de racionalizar una escalada irracional del conflicto con el gobierno comunista de Vietnam del Norte. Técnicamente, esto tenía sentido, ambos involucraban estadounidenses ocupando naciones extranjeras soberanas.

xii. EVENTOS ESPECÍFICOS

Fotografía de un cielo expansivo con capas y capas de nubes lucientes. Líneas eléctricas atraviesan el primer plano y de la orilla inferior se asoman techos metálicos de edificios.

En 1971, dado que Nixon y Kissinger ya estaban a cargo de Vietnam y como dijo Hunter S Thompson la ola de los radicales años 60 por fin se había quebrado y retrocedido, el artista Donald Judd partió de Nueva York y empezó a construir su propio recinto en Marfa, Texas. Seis años antes Judd había publicado su tratado vanguardista llamado “Specific Objects” [Objetos específicos] (1965). En él argumenta en contra de las ilusorias poéticas de la pintura y escultura a favor de un literalismo básicamente sin contexto por medio del arte tridimensional y la objetualidad.

Quizás los seguidores del artista (conocidos como Judd-heads) se ericen al leer los paralelos que estoy a punto de establecer, pero denme el gusto.

Fotografía de un ventoso llano desértico. En primer plano hay una planta rodadora solitaria. En sus ramas se han enredado un bramante anaranjado y una bolsa de plástico blanco. A la distancia, entre la neblina, están una hilera de postes de luz y un camión tráiler blanco.

A lo largo de “Specific Objects”, Judd exige un arte liberado de las tradiciones históricas. Y mientras que tal hipérbole podría aparecer antitética a las cosmovisiones de los “tradicionalistas” que veneran los días de antaño, yo sostendría que los anglotexanos convencionales son, en realidad, antihistoria y anticontexto. Los acólitos de El Álamo, en específico, se esmeran en proteger su mito identitario de las desconcertantes e inconvenientes realidades históricas. Quieren eventos específicos.

Las tácticas persuasivas del artista (por ejemplo, la adivinación vía la negación repetitiva) a menudo riman con las estrategias retóricas de los hombres mesiánicos. Judd, en virtud de rechazar el antecedente histórico, delinea un futuro y sugiere que los sistemas del valor estético, tanto subculturales como sobreculturales, ya no son creíbles. Los mesías usan metodologías similares al poner en duda doctrinas históricas para validar sus novedosas y divinamente inspiradas profecías. Hasta el fundamentalismo es un ataque (sólo uno de retaguardia) contra las que se han vuelto tradiciones aceptadas. La única manera de llegar a la verdad, según el mesías, es mediante interpretaciones hechas a su medida.

Robert Tilton y Kenneth Copeland usaron esta táctica con las audiencias televisivas. David Koresh y Jeffs la usaron en sus respectivos recintos. El charlatán tech y reciente trasplante a Texas, Elon Musk, sugiere cínicamente que los sistemas de transporte subterráneo funcionarían mejor si operaran como los automóviles. Y de una manera indirecta, el podcaster neotexano Joe Rogan, el Jesucristo del anticonocimiento que “simplemente hace preguntas”, añade a la táctica un efecto semejante a la luz refractada por un prisma al convencer a sus millones de discípulos de que cada una de las interpretaciones de cada uno de los temas vale la pena ser contemplada. ¿Han tenido la “experiencia” de su entrevista con el guerrero de la información de Texas, Alex Jones?

Fotografía de un pequeño parque infantil solitario bajo una estructura de metal. Detrás hay un muro alto cubierto de tela café.

xiii. SIMPLEMENTE JUDD

En una entrevista de 1992, en su recinto de Marfa, Judd declaró (no erróneamente) que “la sociedad básicamente no está interesada en el arte”. Pero lo que propone después es revelador: “La mayoría de las personas que son artistas lo hacen porque les gusta la labor […] el arte tiene su propia integridad y su propio propósito. Y no es para servir a la sociedad [el énfasis es mío]. Digo, ya se ha intentado en la Unión Soviética y en muchos lugares y no funciona”.

Las meditaciones de Judd me recuerdan el monólogo de apertura de la primera película de los hermanos Coen, la clásica texana neonoir de 1984, Blood Simple (Simplemente sangre):

No me importa si eres el papa de Roma, el presidente de Estados Unidos o incluso el hombre del año. Algo siempre puede salir mal. Y adelante, quéjate. Cuéntale tus problemas a tu vecino, pide ayuda. Velo huir. Ahora en Rusia lo tienen planeado para que todos luchen por todos los demás. Bueno, esa es la teoría. Pero lo que yo conozco es Texas. Y por aquí uno se vale por sí mismo.

Fotografía aérea de altiplanos y llanos baldíos.

Judd creía que el ser creativo eclipsaba el arte por el bien de la sociedad. Y por medio de un formalismo vuelto abstracto y la fabricación de objetos específicos, buscó la comunión entre el individuo y lo divino, una actitud muy protestante y texana. No cabe duda, el aura paradójica del Oeste de Texas (con su individualismo inquebrantable y paranoia ambiental sobre pasturas abiertas que han sido divididas en terrenos privados con puntillas de púas) había contagiado al artista. Una de las primeras cosas que Judd hizo con su propiedad en Marfa fue construir masivos muros de ladrillo, sellándola de los ojos fisgones de un pueblo económicamente abatido.

El historiador de arte David Raskin argumenta que Judd, en sus inicios, tomaba en cuenta las políticas anarquistas forjadas por su mentor, el artista Barnett Newman. Judd, como la mayoría de los anarquistas y a diferencia de los socialistas o comunistas, aborrecía las instituciones. Escribió sobre la idea de dividir el Bajo Manhattan en múltiples municipios para derrocar la burocracia vertical (aunque no es insignificante que era dueño de un edificio en Soho). Y como veterano de la guerra de Corea, era un crítico vocal del complejo industrial-militar, particularmente con respecto a Vietnam. Pero me hubiera gustado poder preguntar a Judd si pensaba que vivíamos en un tiempo de abundancia o de escasez, porque la línea entre un anarquista pacifista y un libertario antintervencionista puede ser borrosa, especialmente cuando se trata de terratenientes que construyen muros perimetrales. En un ensayo del 2001 llamado “Specific Opposition: Judd’s Art and Politics” [Oposición específica: el arte y las políticas de Judd], Raskin sugiere que Judd, al envejecer, se dejó llevar hacia la derecha rumbo el libertarismo, incluso afirmó sardónicamente que “se había separado de Texas”.

Fotografía de un campo de hierba amarilla salpicada de cactus verdes. A lo lejos, bajo un cielo claro, se ven dos edificios alargados de poca altura con techos redondeados.

En una ocasión Judd llamó el Museo de Arte Moderno de Nueva York “un edificio fascista en un contexto fascista”, una posición más instructiva y accesible (y más chistosa) que gran parte de la crítica institucional. Sin embargo, a pesar de esta gesticulación antinstitucional, Judd, como muchos de los hombres de mentalidad libertaria al borde de ser mesiánicos, dependía de las instituciones. Había tenido una retrospectiva en el Whitney Museum justo antes de trasladarse al condado de Presidio, Texas. Además, su compra de la antigua base militar Fort D.A. Russell, en Marfa, fue financiada por la Dia Art Foundation. Y allí en Marfa, en un giro irónico que cualquier editor literario señalaría como demasiado en el clavo, Judd estableció su propia institución, la Chinati Foundation. Digan lo que digan los Judd-heads, nunca hubo un artista institucional que se moviera dentro del sistema como él.

xiv. DESANGRAR A LA BESTIA

Fotografía aérea del horizonte en un llano desértico.

Es de particular interés para mí, cuando se trata de las distintas calañas de mesías en Texas, este desdén y desconfianza hacia las instituciones, ya sean gubernamentales, económicas o culturales, que profesan a menudo los protestantes y que deriva de ellos. Soy consciente que señalar la hipocresía en el Estados Unidos contemporáneo es una tarea infructuosa, pero sigue siendo divertido que los disidentes súper soberanos dependan silenciosamente de las instituciones para subsidiar sus visiones.

Judd necesitaba la Dia Art Foundation. Stephen F. Austin y las celebradas familias de los Old Three Hundred de Texas (también conocidos como los “Viejos Trescientos”) recibieron las concesiones de tierras insondables del gobierno mexicano, y una cuarta parte entera de la población de su colonia eran personas negras esclavizadas a través de los privilegios especiales que autorizaron esas mismas autoridades mexicanas. Elon Musk depende de gigantescos subsidios del gobierno federal en forma de créditos de vehículos eléctricos y billones en concesiones y contratos de la NASA (financiada por los contribuyentes), por no hablar de los asombrosos incentivos fiscales que Texas le proporcionó, como individuo y como director ejecutivo, al trasladar Tesla a este estado desde California. El antisistema Rogan firmó un acuerdo exclusivo de más de 100 millones de dólares con el monopolio de streaming Spotify, que funciona también como operación de cultivo y sustracción de big data. Los carismáticos y asquerosos Tilton y Copeland disfrutaron en sus ministerios televisivos de un estatus libre de impuestos autorizado por el gobierno. Y la Iglesia fundamentalista de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es conocida por defraudar a los programas de asistencia social, como los cupones para alimentos, a través de una práctica que Warren Jeffs llama “desangrar a la bestia”.

xv. VEN A FINGIRLO

Nada de esto intenta alinear culturalmente, mucho menos espiritualmente, a Donald Judd con la derecha evangélica, los racistas septuagenarios de Texas o un criminal de la riqueza como Elon Musk. Lo que he querido resaltar aquí son las superposiciones filosóficas libertarias entre lo que se podrían considerar grupos insospechados, todos los cuales están unidos por una mentalidad sobrecargada de pioneros y de un protestantismo autónomo que es exclusivamente estadounidense y específicamente texano.

¿Donald Judd o David Koresh consideraron los paralelismos entre sus respectivos recintos y El Álamo? Tal vez, pero esto es menos importante que el hecho de que el entorno cultural de la mayoría anglotexana siempre está fundamentalmente enraizada en la mitología de El Álamo, un proyecto propagandista que ha sido instrumentalizado para justificar el imperialismo estadounidense, el racismo pedagógico, el genocidio indígena y el capitalismo extractivista.

Fotografía de una veintena de tumbas en medio de un llano desértico.

Hoy en día, hay una nueva campaña para el meridiano 98 en Texas a medida que los estafadores del siglo XXI y los ególatras emprendedores, como Musk y Rogan, descienden sobre este territorio bajo el vago estandarte de “libertad”, insistiendo en que están huyendo del opresivo estado niñera que es California. De lo que en realidad están huyendo es de los desastres ecológicos causados por el hombre, de una clase trabajadora inquieta y de un mercado inmobiliario desbocado del que se han beneficiado por completo. La frontera estadounidense se está retirando de la costa. Todos estos hombres son falsos profetas que predican giros contemporáneos y secularizados de los valores protestantes clásicos como el individualismo tóxico y las teologías de la prosperidad. Daniel Day-Lewis podría interpretar a cualquiera de ellos, aunque Danny McBride sería una elección de reparto más apropiada.

Fotografía de una camioneta que arrastra un remolque blanco con un caballo por la carretera.

Texas se está convirtiendo en el “distrito quemado” de hoy en día a medida que los estafadores engendran más estafadores, y los texanos, llevados a extremos desesperados por la creciente precariedad económica, las catástrofes climáticas y un gobierno estatal genuinamente opresivo, apenas reúnen suficientes trabajos ocasionales para comprar un poco de aceite de víbora. Estos capitalistas condenan los sistemas de asistencia social y sin embargo requieren del tejido social, es decir de la fuerza laboral, para validarlos y respaldarlos. Asumen que todos nosotros fantaseamos con que algún día podríamos convertirnos en ellos, por lo que no cuestionaremos sus mitologías pornográficas personales de autosuficiencia, valentía e ingenio. Predican que la prosperidad está a la vuelta de la esquina, ya sea que se logre a través de las criptomonedas, el turismo espacial, los nootrópicos, las redes eléctricas privatizadas, la ascensión a la quinta dimensión o trabajar duro hasta la muerte.

Pero cualquier persona racional puede identificar las contradicciones en estos esquemas piramidales de prosperidad. Los mercados, las infraestructuras y los vehículos autónomos siguen estrellándose. Entonces, ¿por qué, con tantas refutaciones notorias, un número cada vez más grande de hombres blancos apuntaría a Texas como el campo de pruebas para sus complejos mesiánicos? No es exactamente ciencia compleja (del falso libre mercado). Desde El Álamo, los charlatanes han visto que hilar una buena historia apacigua las disonancias cognitivas. Y las fábulas entusiastas son lecturas deslumbrantes durante lo que se siente inquietantemente como si pudiera ser una puesta de sol prolongada y permanente en Texas.

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