LOS MESÍAS DE TEXAS / ACTO 01 / DISONANCIA COGNITIVA

by Sean J Patrick Carney August 11, 2022

Editor’s note: This article is also published in English on Glasstire. Find that here.

Traducción de Yolanda Fauvet y Paulina H. Marroquín.

Nota del editor: Este artículo se publicó originalmente en inglés en Glasstire el 19 de julio del 2022. Este es el primer acto, escenas i-viii, de un ensayo narrativo en dos actos.

Fotografías de Alex Boeschenstein.  

LOS ÚLTIMOS RECURSOS DE LOS INDEFENSOS

El pánico de 1819 marcó la primera crisis duradera y extendida en los Estados Unidos. Este colapso económico motivó a algunos estadounidenses a emigrar a lo que hoy es Texas, en ese entonces el estado de Coahuila y Tejas en un México recientemente independizado. Para 1824 el gobierno mexicano, con la esperanza de establecer una zona neutral frente a los grupos comanches (comprensiblemente) antagónicos al norte, estaba ofreciendo a los inmigrantes estadounidenses tierra fértil sin costo para cultivar algodón. Y México, a pesar de que era ilegal en el resto del país, permitió que los estadounidenses trajeran a sus esclavos, pero con la estipulación de que la práctica se eliminara progresivamente en los siguientes años.

Fotografía aérea de un llano desértico tomada desde lejos. Un serpenteante camino de tierra se abre paso entre manchas de verdor.

Al mismo tiempo un periodo de reavivamientos protestantes se extendió como la pólvora por la parte oeste del estado de Nueva York. Los protestantes “avivados” rehuyeron de la burocracia vertical de la Iglesia católica a favor de una salvación altamente personalizable y personalizada. Y donde el catolicismo recetaba con severidad la pobreza como si fuera una virtud, estos evangelistas celebraban una teología de la prosperidad, fomentando un protestantismo apropiadamente estadounidense en el que la acumulación de riqueza era el resultado de la voluntad divina de Dios. Brotaron tantas ramas “especializadas” del protestantismo que, después de que pasara la emoción, la región adquirió el nombre de “el distrito quemado”. Es decir, el combustible para este fuego espiritual —el pueblo— había sido transformado por completo.

Tal manía espiritual poscrisis tiene sentido. Como bien expresó Mark Fisher en su libro Capitalist Realism (traducido como Realismo capitalista), en tiempos de crisis económica, política y ambiental, la gente siente que “la acción no sirve de nada; sólo la esperanza sin sentido tiene sentido”. De este modo, proliferan “la superstición y la religión, los primeros recursos de los indefensos”.

Fueron muchos los ejemplos. En 1827, en las afueras de Palmyra, Nueva York, el profeta ambulante Joseph Smith declaró que el ángel Moroni lo guio a descubrir en el bosque las planchas de oro que luego transcribiría en el Libro de Mormón. El distrito quemado también dio lugar a los adventistas, o milleritas, seguidores del predicador bautista William Miller, quien predijo la inminente segunda venida de Cristo. Diversas e imprecisas ventanas de tiempo para el segundo advenimiento fueron y vinieron, pero estas invalidaciones sólo les dieron más fuerza a los milleritas y su determinación de evangelizar y reclutar. Para cuando, por fin, se predijo una fecha específica, el 22 de octubre de 1844, el número de seguidores había crecido a más de un millón. Pero de nuevo no hubo parusía. Después, en lo que se conoce como el Gran Chasco, varios creyentes desertaron. Otros mantuvieron su lealtad y formaron grupos descendientes, como la Iglesia adventista del séptimo día. Más de un siglo después un hombre llamado Benjamin Roden estableció una escisión adventista en las afueras de Waco, Texas, que probablemente conozcas: la rama de los davidianos. Hablaré más sobre ellos más adelante.

ii. UNA TRINIDAD DE TEXAS

Para 1836, Jesucristo se le había revelado a Joseph Smith en Ohio. Mientras tanto, en lo que actualmente es el centro de San Antonio, Texas, se dice que un grupo de patriotas intrépidos pero exponencialmente superados en número, liderados por William B. Travis, James Bowie y Davy Crockett y guiados por la imperiosa moral de proteger la libertad de todos los texanos, murió heroicamente defendiendo El Álamo del presidente dictatorial mexicano Antonio López de Santa Anna y su enorme ejército. Es bien sabido que este acto desinteresado le dio a Sam Houston el tiempo para reunir tropas para la batalla de San Jacinto, en la que el ejército texano venció a Santa Anna y aseguró la independencia de la República de Texas.

Cuestionar esta valerosa historia de creación es, para ciertas generaciones de texanos, blasfemia.

Azules, morados y naranjas se degradan en esta fotografía de un cielo medio nublado.

Sin embargo, entre 1824 y 1836, el gobierno mexicano (incluido el propio Santa Anna después de 1833) otorgó una asombrosa suma de libertad de acción y buena voluntad a inmigrantes estadounidenses. Cuando Saltillo, la capital de Coahuila y Texas, eventualmente buscó el monitoreo y la disolución gradual de la esclavitud en el estado que previamente habían acordado, los estadounidenses, quienes no querían tener que trabajar en realidad, lanzaron un tiro traicionero. Como lo han señalado repetidamente académicos, historiadores y activistas contemporáneos: la rebelión de Texas fue, inequívocamente, por la esclavitud.

¿Y la heroica Santísima Trinidad de El Álamo?

Travis era un soldado sifilítico y sin experiencia que ignoró las repetidas advertencias de la inminente llegada de Santa Anna, sólo para darse cuenta demasiado tarde en lo que se había metido. No dibujó ninguna línea en la arena y trató de rendirse formalmente. Santa Anna rechazó su petición. Bowie fue un estafador de tierras, un borracho empedernido y un traficante de esclavos que ni siquiera luchó en El Álamo; todo el tiempo estuvo confinado en una cama. Y Crockett fue un político fallido y un leñador que probablemente no peleó hasta el final, sino que se rindió.

Aquí radica la disonancia cognitiva fundamental, el punto clave de lo que llamaré la política de identidad anglotexana dominante. Cuando se presenta evidencia irrefutable, amplia y de fácil acceso que niega la narrativa de creación del estado, aquellos para quienes la mitología es confort identitario actúan como los milleritas actuaron cuando las primeras fechas de advenimiento fueron y vinieron: redoblaron la apuesta.

iii. LOS BUSCADORES

Fotografía de un paisaje desértico. En primer plano está un árbol cuyas ramas no tienen hojas.

Sesenta kilómetros al este de Waco, cerca de Groesbeck, Texas, se encuentra un facsímil de Fort Parker, uno de los primeros asentamientos pioneros donde, en 1836, menos de un mes después de la batalla de San Jacinto, una niña blanca de nombre Cynthia Ann Parker fue secuestrada durante un asalto comanche. Cabe mencionar que la familia Parker sabía que había invadido la Comanchería; su recinto fortificado incluía muros de casi cuatro metros y blocaos de defensa en las esquinas, aunque habían dejado las puertas abiertas de par en par el día del asalto. El tío de Cynthia Ann, el beligerante John Parker, pasó muchos años buscándola sin éxito en la Comanchería, así como a otros miembros secuestrados de la familia Parker.

Veinticuatro años más tarde, los Rangers de Texas capturaron a Cynthia Ann y a su hija, Flor de la Pradera, durante la masacre del río Pease. En contra de su voluntad, Cynthia Ann fue regresada a su familia blanca. Los estadounidenses del siglo XIX se maravillaron con la negativa de Cynthia Ann a reintegrarse y se obsesionaron con su matrimonio consensuado con el jefe comanche Peta Nocona. El hijo de ambos, Quanah, agregó más intriga a la historia de Cynthia Ann: escapó del río Pease y después dirigió asaltos a colonias blancas durante otra década. Eventualmente Quanah se rindió, asentándose en una reserva en Oklahoma, y se convirtió así en una celebridad extraña, el muy discutido “buen salvaje”, que contó al presidente Theodore Roosevelt entre sus muchos admiradores blancos.

La saga de Cynthia Ann inspiró la novela del oeste publicada en 1954 por Alan Le May, The Searchers (traducida como Centauros del desierto), así como la adaptación cinematográfica homónima de John Ford de 1956 protagonizada por John Wayne.

Fotografía aérea de un llano desértico poblado de pequeñas manchas de verdor.

La narrativa de la familia Parker es inseparable del Segundo Gran Despertar en Nueva York que ocurrió en la misma época. El anciano John Parker, el patriarca de la familia que fue asesinado durante el asalto de 1836, era un pastor bautista de la predestinación. Esta secta hipercalvinista de protestantes defendió la teoría de la predestinación de las “dos semillas”, una especie de eugenesia espiritual que afirma que todas las personas están marcadas al nacer como buenas o malas semillas. Las buenas, coincidentemente, parecían ser todas semillas protestantes blancas.

iv. EL PROGRESO ESTADOUNIDENSE

La predestinación y la creencia de merecer ciertos derechos eran centrales para el Destino Manifiesto, que articuló por primera vez en 1984 la noción de que los protestantes estadounidenses tenían el derecho divino a este continente y a todos sus recursos naturales, ¡que se jodan los pueblos indígenas! La famosa pintura de John Gast American Progress [El progreso estadounidense] (1872) ofrece una torpe representación del concepto. En la orilla oeste del lienzo los pueblos indígenas, las nubes oscurecidas y los bisontes son ahuyentados de las planicies por las tecnologías del este bañadas de sol, entre las que se encuentran las infraestructuras telegráficas, los carruajes, la agricultura y el ferrocarril.

Fotografía borrosa de un tren en movimiento. Sus faros delanteros brillan contra un cielo gris.

El Destino Manifiesto hibridó el modelo de extracción colonial europeo con las doctrinas de salvación individualizadas, introducidas por primera vez durante la reforma protestante original de los años 1500. Pero la innovación verdadera del manifiesto fue la inyección de las teologías de la prosperidad del siglo XIX que emergieron en el distrito quemado del Oeste de Nueva York. No sólo el proyecto nacional mereció expandirse y enriquecerse, sino los actores individuales también. Aquellos que prosperaron fueron elegidos por Dios para hacerse ricos y los pecadores fueron condenados a la pobreza. Era su voluntad.

Fotografía de una cerca de púas envuelta en plantas rodadoras. Una torre de agua blanca se encuentra en el fondo.

Pero para los estadounidenses no blancos que seguían a Cristo, cuya historia se transmite en el Nuevo Testamento, hay una disonancia cognitiva entre la idea de amasar dinero y las virtudes que el hijo de Dios predicaba.

Bienaventurados ustedes, los pobres, porque de ustedes es el Reino de Dios. Bienaventurados ustedes, los que ahora pasan hambre, porque serán saciados. Bienaventurados ustedes, los que ahora lloran, porque al fin reirán.
-Evangelio de San Lucas 6, 20-21

¿Cómo pueden, entonces, los estadounidenses reconciliar este dilema?

v. ELI, TE VOY A ENTERRAR BAJO TIERRA

En esta fotografía una antorcha de gas ilumina el cielo nocturno y los arbustos desérticos que la rodean. En primer plano una vía corre paralela a las líneas eléctricas en el fondo.

La película del 2007 de Paul Thomas Anderson There Will Be Blood (traducida como Petróleo sangriento) aporta una respuesta instructiva. Nota: mientras que la narración de Anderson sucede en el Sur de California, las fotografías principales se tomaron en los pastizales en las afueras de Marfa, Texas; la película es, por lo tanto, texana. There Will Be Blood se centra en una colisión ideológica entre un capitalista hurtador, Daniel Plainview (el personaje de Daniel Day-Lewis que quiere extraer petróleo del suelo) y un predicador empobrecido, Eli Sunday (de Paul Dano, bajo cuya tierra familiar reside tal petróleo). Pero luego vemos que esta fricción es sólo una fachada cuando, en el acto final, el mesiánico Sunday, que se ha vuelto un radiopredicador, visita la mansión del impredecible Plainview para ofrecerle en venta una granja vecina para la extracción de petróleo.

Como Eli Sunday, parece que los estadounidenses dejan pasar las evidentes contradicciones de la teología de la prosperidad mediante el uso de una dialéctica hegeliana nacionalista.

Tesis:

Estados Unidos es una nación cristiana y Jesús condenó la exaltación de la abundancia material.

Antítesis:

Estados Unidos es una nación capitalista y su principio animador es obtener ganancias.

Síntesis:

Los estadounidenses son el pueblo elegido de Dios y Dios los ha premiado con prosperidad.

Fotografía de un paisaje desértico. Detrás de una cerca de alambre, entre varios objetos cubiertos de arena, se distinguen una torre de llantas de tractor al lado de otra llanta gigantesca y la parte cilíndrica de un camión cisterna pequeño.

Los multimillonarios de hoy son seculares, o por lo menos en público; sólo los fanáticos de derecha verbalizan abiertamente las escrituras en la actualidad. Aquí, entonces, el Plainview de Day-Lewis personifica un auténtico evangelio “ateo” de la prosperidad del capitalismo posindustrial. Las industrias extractivas, ya sea si chupan el petróleo, los datos personales o los metales raros para baterías de vehículos eléctricos, nunca han tenido dios.

Antes de que Plainview quebrara y matara a golpes a Sunday, lo menosprecia, como si estuviera regañando a un niño, de la misma manera que el gobierno estadounidense y los capitalistas industriales les siguen hablando de forma condescendiente a las poblaciones indígenas. Plainview emplea una analogía juvenil (representada exhaustivamente en memes) que explica que no necesita permiso para capitalizar lo que ofrece el paisaje natural.

Yo bebo tu malteada. Me la tomo toda.

Fotografía abstracta de un paisaje lodoso que podría haberse tomado de lejos o de cerca. En ciertas partes el lodo parece ser líquido y ha adquirido un color café pálido, casi rosado, y en otras el lodo se ha secado en capas blancas y rosadas, creando formaciones geográficas redondeadas que parecen emerger de un río turbio.

vi. LA MENTALIDAD DE ABUNDANCIA

En 1954 un radiopredicador pentecostal de Oklahoma llamado Oral Roberts cambió las reglas del juego al dar un salto a la televisión con el programa Your Faith is Power [Tu fe es poder], que introdujo el evangelio modernizado de la prosperidad a los millones de estadounidenses blancos que disfrutaban del crecimiento económico de la posguerra. Roberts sugiere que sus casas suburbanas, carros grandes y cuentas de ahorros hinchadas no eran el resultado del desplome de la industria europea después de la Segunda Guerra Mundial, ni la marginalización urbana de estadounidenses no blancos del medio siglo; eran regalos predestinados de Dios.

Fotografía de un globo aerostático blanco que flota en lo alto de un cielo azul y despejado.

En 1980 Texas produjo a dos mesías televisados: a Kenneth Copeland (quien había estudiado bajo Oral Roberts) y a Robert Tilton. Estos telepredicadores ascendieron en medio de una década tumultuosa que comenzó con la Revolución iraní y la posterior crisis internacional de petróleo, seguidas por el desplome de la economía estadounidense de 1981-1982 y también, mientras la década pasaba sin prisa, los temores a la Guerra Fría, la cocaína en piedra y la epidemia de VIH/SIDA. Los años 1980 fueron particularmente difíciles en Texas. Cuando se vino abajo el petróleo de Texas, la infraestructura financiera del estado se derrumbó y el desempleo cayó a 9%. Las audiencias televisivas texanas estaban desesperadas por cambiar su suerte. Copeland y Tilton les sacaron el jugo a sus temores económicos con la promesa de solvencia espiritual y financiera a través de “juramentos” monetarios hechos a sus ministerios, que se embolsaron por completo sin pagar impuestos.

La automitificante mentalidad carismática de manifestar riqueza en la edad de oro del teleevangelismo (que coincidió con una era de extrema precariedad económica) proveyó un encuentro entre el espiritualismo y la infraestructura de marketing multinivel, no sólo para los estafadores del siglo XXI, como Joel Osteen de Houston, Texas, sino también para el exceso actual de influencers de bienestar, entrenadores de vida, criptoevangelistas, manipuladores de QAnon y líderes de sectas cristianas New Age de YouTube.

Porque, ¿qué pasa en tiempos de crisis económica, política y ambiental? La gente siente que “la acción no sirve de nada; sólo la esperanza sin sentido tiene sentido”. De este modo, “proliferan la superstición y la religión, los primeros recursos de los indefensos”.

Fotografía de un terreno pedregoso en la base de una montaña sobre el que camina un burro solitario.

vii. APOCALIPSIS DE RANCHO

Cuando el teleevangelismo encendió las pantallas a principios de los 1980, un músico de Houston de 22 años llamado Vernon Howell se unió a la rama apocalíptica de los adventistas del séptimo día que mencionamos antes, conocidos en inglés como Branch Davidians, en Monte Carmelo, su recinto en las afueras de Waco. A través de una extraña pero calculada serie de sucesos, Howell finalmente asumió el papel de profeta, esposó a varias mujeres y en 1990 cambió legalmente su nombre a David Koresh. En preparación para el fin de los tiempos, Koresh y esta rama de davidianos acumularon armas de fuego. Obviamente esto no es ilegal en Texas, pero las fuerzas del orden, ansiosas por atrapar a esos bichos raros por cualquier cosa, filtraron rumores a la prensa de que Koresh se había casado con menores de edad. Koresh entró a la conciencia cultural colectiva el 28 de febrero de 1993 cuando la Oficina Federal de Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego (ATF por sus siglas en inglés), que no tiene jurisdicción en la protección infantil, realizó una desastrosa redada en Monte Carmelo que dejó cuatro agentes y seis davidianos muertos. Después de eso el FBI se hizo cargo de la operación y así comenzó un enfrentamiento televisado a nivel nacional que duró 51 días.

El 19 de abril de 1993, con la aprobación de la fiscal general Janet Reno y el presidente Bill Clinton y a sabiendas de la cantidad de familias dentro del lugar, el FBI lanzó un ataque militar. A las seis de la mañana, los tanques embistieron los muros del recinto y lanzaron bombas lacrimógenas. Más tarde dispararon a Monte Carmelo granadas de gas lacrimógeno de uso bélico con elementos pirotécnicos. A medio día el edificio estalló en llamas. El fuego, que el gobierno federal mantiene que iniciaron los davidianos, mató a 76 miembros de la iglesia, entre ellos 25 niños, dos mujeres embarazadas y el propio Koresh.

Fotografía de un pequeño cactus en el suelo del desierto, toda la imagen tiene una luz rojiza y sombras marcadas.

La revista Texas Monthly rápidamente condenó la postura de Koresh como “anti-Álamo”. Su extenso editorial empleó unas maromas mentales alucinantes para argumentar que un grupo marginal de familias de bichos raros religiosos masacradas por los operativos del gobierno federal eran, en términos de magnitud, peores que mercenarios que cometen traición para mantener esclavizadas a personas negras. Tal negación es irónica, tomando en cuenta que Koresh practicaba mucho de lo que la mayoría de los anglotexanos predica: una fe evangélica inquebrantable, una predilección por las armas automáticas y un antagonismo por las autoridades federales.

Quizá Koresh era demasiado concreto representando la conclusión lógica (como praxis) de la militancia espiritual (teórica) de los evangélicos. Sin duda estaban doblemente escandalizados por su sexualidad libertina. Lo que sospecho que realmente los molestó fue el desinterés de Koresh en las teologías de prosperidad material. Durante lo que él creía que era literalmente el fin de los tiempos, Koresh estaba más preocupado por convertirse en Cristo que por acumular capital. Y, señal de alarma en un nativo de Texas, mostró poca o nula reverencia por las mitologías del estado. Él estaba generando las suyas propias.

Fotografía de un cielo gris y nublado. Por entre los bucles de las nubes se asoma un poco de luz y las siluetas de un puñado de aves con las alas abiertas.

¿Por qué las fuerzas federales intensificaron el asalto a Waco? El periodista de investigación Dick J. Reavis, autor del libro Ashes of Waco [Las cenizas de Waco], ha señalado que la ATF estaba haciendo malabares con múltiples demandas de agentes que alegaban discriminación y acoso racial y de género, y era probable que las próximas revisiones presupuestarias con un congreso liderado por demócratas serían antagónicas. Tomar medidas duras contra grupos blancos marginados podría favorecerlos. Al mismo tiempo el FBI estaba envuelto en una pesadilla de relaciones públicas tras estropear el asedio de Ruby Ridge. Un golpe táctico a Waco realizado de manera competente podría haberlos redimido. ¿Pero por qué había equipos de filmación tan profesionales en el lugar? Básicamente las agencias estaban organizando un episodio de COPS de gran presupuesto, con el objetivo de parecer heroicos y capaces en una pieza de propaganda dirigida al congreso para asegurar sus presupuestos inflados.

viii. EL NUEVO MONTE CARMELO

Fotografía contrapicada del cielo azul entre dos grandes piedras color ocre.

Visité Monte Carmelo (que lleva el nombre de la cordillera en Israel) en mayo. Un puñado de partidarios davidianos restantes todavía vive ahí. Dentro de su sencilla capilla las paredes estaban adornadas por vertiginosos carteles, tapices y fotografías. Una de ellas retrataba a un Bill Clinton pixeleado, con los pulgares arriba, editado digitalmente para estar junto a Jeffrey Epstein, una elección de diseño intrigante considerando que existen fotos de ellos juntos. Bloques de texto en negritas y mayúsculas testifican que en años previos a 1993, en túneles debajo de Monte Carmelo, las familias Clinton y Bush en secreto habían fabricado armas de fuego, procesado cocaína y, por supuesto, operado una mazmorra sexual infantil. Koresh planeaba exponerlos. El llamado Deep State (el Estado dentro del Estado) lo asesinó como parte del encubrimiento.

Claramente existe una disonancia cognitiva entre este intrincado hilo alineado con la corriente Q y los eventos comprobables y documentados que incentivaron la extralimitación federal que resultó en decenas de davidianos muertos. Pero para la rama davidiana de hoy, el asedio de Waco de 1993 no era el anti-Álamo sino un super-Álamo, significó tomar una postura no sólo en contra del gobierno opresivo, sino contra una camarilla satánica y profana de pedófilos que tragan adrenocromo. Para las personas sin poder, esa es una narrativa poderosa.

La superstición y la religión, los primeros recursos de los indefensos, proliferan.

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