Una visión de panlatinidad: Roberto Tejada conversa con Mari Carmen Ramírez del MFAH

by Roberto Tejada March 23, 2022

Editor’s note: This article is also published in English on Glasstire. Find that here.

Nota del editor: Este artículo se publicó originalmente en inglés en Glasstire el 1º de febrero del 2021.

Traducción de Yolanda Fauvet y Paulina H. Marroquín.

Sobre una pared blanca, dos fotografías a color están expuestas una junto a la otra. Ambas retratan desde arriba a personas acostadas en la parte de atrás de camionetas de carga.

Obras de Alejandro Cartagena en “Border, Mapping, Witness” [Frontera, mapeo, testigo], una de las exposiciones temáticas inaugurales del edificio Kinder

Mari Carmen Ramírez es la curadora Wortham de arte latinoamericano en el Museum of Fine Arts de Houston (MFAH). Este recinto inauguró en noviembre pasado su nuevo edificio para arte moderno y contemporáneo, el Kinder, y, gracias al esfuerzo de más de 20 años que Ramírez ha realizado para coleccionar de manera profunda y amplia para el museo y crear un nuevo tipo de canon, las obras latinas y latinoamericanas representan casi una cuarta parte de todo el arte expuesto en la instalación inaugural del edificio. Estas obras crean un diálogo de polinización cruzada (y reconsideran la historia y el futuro) con el arte europeo y estadounidense expuesto.

Esta conversación sucedió en el 2019, durante el congreso internacional Latino Art Now! que ocurrió en Houston esa primavera. Ramírez fue una de las ponentes principales.

Roberto Tejada es el Hugh Roy and Lillie Cranz Cullen Distinguished Professor en el Departamento de Inglés y la Escuela de Arte en la University of Houston. 

Roberto Tejada (RT): Me gustaría preguntarte acerca de un tema central para el congreso Latino Art Now! 2019, un tema que imagino incluirás en tu ponencia: ¿Cómo definimos la diferencia y la interrelación entre arte latinx y arte latinoamericano? ¿Cuáles son los patrones culturales que marcan esas diferencias?

Mari Carmen Ramírez (MCR): Es un asunto muy complejo porque en realidad estamos hablando de dos “constructos operacionales”, cada uno de ellos involucra productores, agentes, coleccionistas y galerías. Es decir, cada uno implica historias diversas y narrativas distintas; hasta ahora han funcionado como terrenos separados. El campo del arte latinoamericano tiene una larga historia en Estados Unidos que se remonta al Museo de Arte Moderno en Nueva York (MoMA) y a su fundador, Alfred Barr. De hecho, él fue quien estableció el arte latinoamericano como un “campo abierto”. Esa categoría ni siquiera existía en Latinoamérica hasta hace poco, ni se le hubiese ocurrido a nadie juntar colecciones de toda Latinoamérica, es decir, de países al sur del Río Bravo. La enfatizo como una categoría que surgió aquí en Estados Unidos, conectada desde su nacimiento a cuestiones que tienen que ver con políticas exteriores de Estados Unidos y a un mercado que surgió a finales de los 70, que ha ido en aumento desde entonces y que encabezaban las grandes casas de subastas (Sotheby’s y Christie’s), así como la creación de subastas especializadas para este arte, regional y no regional. Esto generó un fenómeno de mercado que está ahora “en su apogeo”, un vértice sin precedentes como mercado, incluso como área de colección, y como categoría artística-histórica relativamente “autónoma”. Y de hecho se ha convertido en una especie de activo y producto inmediato.

El arte latinx, término con el que se le conoce actualmente, es un arte relacionado con las luchas por los derechos civiles de la década de los 1960 y, debido a su contenido y perfil político, le ha sido más difícil ser asimilado por la corriente o las escenas dominantes. Puesto que surgió conectado a las comunidades regionales a lo largo del continente (a las comunidades chicanas, puertorriqueñas y cubanas, y grupos étnicos de orígenes latinoamericanos específicos), todavía le falta la infraestructura sancionada por el mundo del arte estadounidense.

En medio de una galería donde se exponen diversas obras gráficas y escultóricas, hay dos filas de ladrillos apilados que se alzan aproximadamente un metro sobre el suelo.

Teresa Margolles, “Lote Bravo,” 2005, en el edificio Kinder

RT: Permanece en gran medida sin un mercado de arte.

MCR: Le falta un mercado: el arte latinx sigue esperando a que las adquisiciones de museos y una base de coleccionistas lo acoja. Es un arte que todavía está en el proceso de legitimación.

Sobre las paredes blancas de una galería se exponen diversas obras gráficas, hay una mesa con superficie de cristal y un proyector cuelga del techo.

La instalación inaugural en las galerías latinoamericanas del segundo piso del edificio Kinder

RT: ¿No se debe esto a la actual confusión en Estados Unidos sobre la diferencia entre los artistas estadounidenses de la diáspora latinoamericana (es decir, latinx) y los originarios de Latinoamérica?

MCR: Exactamente. Esta distinción no se entiende en Estados Unidos, así que me encuentro de vuelta en un punto básico: ni la cultura latinoamericana ni la latinx se estudian en Estados Unidos. El ciudadano estadounidense promedio, o incluso el más culto, no comprende la diferencia entre un argentino, un mexicano, un chicano o un puertorriqueño.

Estas son categorías enormes e inmensamente complejas, porque hablar de Latinoamérica, como sabes, es hablar de 20 países, tres regiones diferentes (Centroamérica, Sudamérica y el Caribe), un millar de etnias, culturas y economías reunidas en un “crisol mestizo” que reconoce todas las combinaciones posibles.

RT: Con puntos de entrada y caminos muy diferentes hacia la modernidad.

MCR: Modernidades muy diferentes. Las comunidades latinxs en Estados Unidos también son un fenómeno muy complejo, con cientos de identidades y otras tantas experiencias culturales y proyectos diversos. Sin embargo, lo que las une es una historia común de colonización, una religión compartida por la mayoría y la comunidad creada por una lengua que heredaron y comparten. Así, estos tres elementos son lo suficientemente fuertes como para llevarnos a estudiar este fenómeno de latinoamericanos y latinxs como dos partes del gran fenómeno hemisférico que es América; como dice la expresión antillana, son “de un pájaro las dos alas”.

RT: Hay artistas y académicos que prefieren clasificar el arte latinx como arte estadounidense…

MCR: En efecto, la verdad es que estos grupos nacieron en la cultura estadounidense y funcionan dentro de ella. Entonces tienen razón en ese sentido de que esta es una faceta, otro factor más dentro de la noción de “la ciudadanía estadounidense” o “la cultura estadounidense”, pero ninguna nomenclatura puede detener el proceso. Es aún otro flujo migratorio más en la medida en que Estados Unidos ha sido formado por migraciones de todo el mundo; un factor más que contribuye a hacer este fenómeno mucho más complejo.

El pasillo casi tubular de una galería es iluminado por una sucesión de luces neón de distintos colores.

Una obra de luz de Carlos Cruz-Diez conecta el edificio Kinder con el edificio Caroline Wiess Law del museo.

RT: Y estos son legados que también apuntan a los países de origen, ¿no es así?

MCR: Sí. La cuestión es que los latinxs, aún cuando se consideran estadounidenses, nunca dejan de mirar sus culturas de origen, el elemento que los distingue de otras inmigraciones. Hay un fuerte vínculo con esa historia hemisférica y continental que compartimos. En el centro de esa complejidad es mucho más difícil establecer diferencias; es decir, ¿dónde empieza una identificación y comienza otra?

RT: Claro.

MCR: Pero hay otro factor que quiero señalar en mi conferencia magistral el día de hoy. En los últimos veinte años ha habido un gran flujo migratorio desde Latinoamérica que incluye un amplio número de artistas, trabajadores culturales y productores que han hecho de Estados Unidos su centro de operaciones. Sin embargo, hace treinta o cuarenta años, ese fenómeno también existió con los artistas que, sobre todo, llegaron como exiliados de varias dictaduras. Esos artistas latinoamericanos trabajaron como “ciudadanos extranjeros” dentro de Estados Unidos.

RT: Como si fuesen subculturas dentro de la cultura estadounidense.

MCR: Precisamente. Aunque, como muchos de estos artistas tenían pasaportes dobles, pudieron tener exposiciones aquí en Estados Unidos al mismo tiempo que exponían su obra en Argentina, por ejemplo. Podían pasar simultáneamente como argentinos y estadounidenses. De hecho, no se veían a sí mismos como “latinos” en Estados Unidos.

Pero hoy hay una enorme presión para la llamada “diversidad” desde el punto de vista de las instituciones y agencias gubernamentales. Esto ha creado diferentes condiciones y una plataforma que, con la llegada de estos artistas y creadores culturales desde Latinoamérica hacia Estados Unidos, pueden considerarse parte del fenómeno latinx. Éstas se han desplomado como resultado de las fricciones con las comunidades latinx establecidas u “originales”, es decir, las comunidades chicanas, puertorriqueñas y muchas otras que han luchado por legitimarse desde hace mucho tiempo.

En términos demográficos, la “comunidad latinx” en realidad ya no es dominio exclusivo de la gente chicana, puertorriqueña, cubana y dominicana; hoy toda Latinoamérica está representada dentro de esa comunidad latino-norteamericana. Esto ha llevado a la creación (dentro de las comunidades) de un sentido de panetnicidad, una panlatinidad, visible en especial entre una generación joven. En otras palabras, algunas personas latinxs no necesariamente se identifican como neoyorquinas, puertorriqueñas, mexicanas o chicanas. Esto da paso a una mezcla de todo, y estas personas se consideran parte de esa “herencia cultural latina”.

Sobre las paredes blancas y el suelo de una galería amplia se exponen obras de varios medios y tamaños. En medio, sobre un pedestal cuadrado y bajo, se encuentra una escultura que parece ser tejida con alambres y, a su derecha, otra escultura tejida cuelga del techo.

Obras de la artista venezolana Gego (en el centro) del edificio Kinder

RT: Por ejemplo, muchos de estos artistas se identifican como binacionales o biculturales o multirraciales.

MCR: Es un fenómeno también en la intersección de etnias, géneros y sexualidades; de ahí que sea latinx.

RT: ¿Crees que el arte latinx de Estados Unidos se entenderá desde una perspectiva latinoamericana? Creo que puede haber obstáculos.

MCR: Con optimismo, sí, creo que dentro de Latinoamérica va a ser necesario entenderlo, en la medida en que todos nos encontramos en medio de flujos globales donde ya no se sostiene un sentido absoluto de nacionalidad y ya no funciona como antes, excepto en las situaciones en las que vemos un retorno a los esencialismos.

Me parece que es una situación que definitivamente debe ser comprendida y, sobre todo, reconocida desde la perspectiva que incluye a los artistas de Latinoamérica que son parte de este fenómeno y que están redefiniendo sus límites. La situación requiere un “cambio de lentes”. Es decir, en lugar de tener una perspectiva que mira desde dentro, o hacia Latinoamérica, se trata de tomar en cuenta a los grupos que viven en la realidad estadounidense con vistas a las culturas de origen. En ello radica su riqueza. Y creo que ya estamos siendo testigos de innumerables exposiciones donde los curadores emergentes realmente tienen un interés por recuperar esa posición “hemisférica” desde el interior de Estados Unidos (país en el que se originó el constructo cultural del “panamericanismo”).

Colorida pintura en forma de círculo con borde blanco en el que una imagen superpuesta sobre formas geométricas recuerda a una máscara de dioses aztecas con gafas de sol que reflejan el cosmos.

Marcos Raya, “The Anguish of Being and the Nothingness of the Universe” [La angustia de existir y la nada del universo], 2000. Instalada aquí en la exposición “Between Play and Grief: Selections from the Latino American Collection”, 2019, MFAH, y en la instalación inaugural en el edificio Kinder.

RT: Para concluir, ¿te gustaría decir algunas palabras sobre la exposición que curaste para el Museum of Fine Arts Houston [en el 2019 para el congreso LAN!], Between Play and Grief: Selections from the Latino American Collection [Entre el juego y el duelo: selecciones de la colección latinoamericana]. ¿Cuál fue el concepto motivador detrás de esta exposición?

MCR: En principio, muestra la colección permanente del museo. Pero a la luz de este congreso, nos pareció que sería muy interesante presentar una compilación de obras que adquirimos hace casi diez años y que, por falta de un espacio de galería permanente, no habíamos podido exponer hasta ahora. Comprende obras de artistas argentinos de los años 1960, que estaban dialogando con el arte pop y otras corrientes internacionales.

En conjunto, tenemos una serie de obras de artistas latinx, especialmente chicanos y chicanas, más o menos de la misma generación, que también estaban dialogando con el arte pop. Pensamos que era el momento adecuado para crear una conversación entre las obras. Hay encuentros extraordinarios [en la muestra]: por un lado, tenemos a Luis Jiménez, un artista que durante muchos años hizo de Houston su casa y centro de operaciones principal, con su uso de fibra de vidrio para esculturas monumentales y, por otro lado, vemos el trabajo del argentino Juan Carlos Distéfano, que también usa fibra de vidrio para crear obras monumentales. Estos dos artistas innovaron dentro de su contexto. Aunque cada uno desconocía la obra del otro, coincidieron en el mismo momento histórico en cuestiones de forma, material y contenido. Ambos artistas abordaron temas relacionados con la censura política y la crítica social. Surgen puntos de convergencia entre estos dos grupos (argentino y chicano), dos “constructos” que necesitamos comenzar a examinar, ya que hay profundas líneas de conexión que pueden enriquecer toda esta discusión entre lo “latinoamericano” y lo “latinx”.

Al fin y al cabo, estas son categorías acuñadas por nosotros los académicos e historiadores de arte. Lo importante es identificar los factores que nos ayudan a esclarecer esta producción artística particularmente abundante, que es fruto de diálogos e intercambios entre los propios artistas.

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